martes, 9 de abril de 2013

No A La Frase "Inmigrante Ilegal"

Por Aníbal E. Melo
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A veces, los pro-inmigrantes, hemos estado desanimados.

En los últimos años, los defensores apasionados de la inmigración, han ido y han venido.

A muchos afortunados extranjeros se les han otorgado sus tarjetas de residencia y su estatus de naturalizados, pero la dureza y despreocupación exhibida hasta ahora por muchos políticos respecto de la ley de inmigración es un reflejo de que las normas culturales estadounidenses no son aceptadas por muchos.

Pero el desaliento ocasional no es una rendición.

Como dijo Martin Luther King, Jr.: "El arco del universo moral es largo, pero siempre se dobla hacia el lado de la justicia".

A pesar del anuncio de la nueva pospocisión hasta fines de esta semana de la presentación pública del ante-proyecto de Reforma Migratoria redactado por el "Grupo de los 8" del senado, me doy cuenta de que todo ya ha iniciado.

Es que cómo un remolino invisible bajo la marea cambiante que ocultan las olas, la gran integración cultural estadounidense del Siglo XXI, ha comenzado de nuevo.

Desde la "Segunda Guerra Mundial" la unidad nacional de los estadounidenses ha sido vinculada cada vez más a la fuerte cultura cívica que permite y protege las expresiones de diversidad étnica y religiosa de los individuos, misma que aminora los conflictos entre los diversos grupos.

Es la cultura cívica estadounidense, la que une y protege las libertades, incluyendo el derecho a ser de una étnia diferente.

El sistema no estaría a prueba, si la mayoría de los inmigrantes fuesen Ingléses o Escocéses.

Es verdad que la nueva república, como dijo George Washington en un discurso, se formó en base a la homogeneidad en cuanto a "religión, costumbres, hábitos y principios políticos".

Pero las diferencias rápidamente proliferaron después de la llegada de un gran número de alemanes, escandinavos e irlandeses durante el siglo XIX, muchos de los cuales eran católicos, y de la inmigración de personas provenientes del Sur de Europa en los albores del Siglo XX, la mayoría de las cuales o eran católicas o eran judías.

En mi opinión, el principio político de "aceptacion de la diversidad", sigue siendo el núcleo que une a la comunidad nacional.

Todos los nuevos inmigrantes entran en un proceso de americanización a través de la participación en la vida y en el sistema político, y, al hacerlo, establecen aún más profundamente la cultura cívica del país como base de la unidad americana.

La diferencia entre el pasado y ahora es que esta vez la aculturación ha ocurrido a la inversa.

Estadounidenses excepto por papeles, "Los Soñadores", han seguido estableciendo la cultura cívica del país de aceptacion de las diferencias como base de la unidad americana de una manera que obliga a la nación a adaptar su lenguaje, lo que libera a sus padres y a ellos mismos de ser llamados con la palabra manchada de "ilegal".

Y es que todavía estamos disparándole flechas metafóricas al arco de la justicia!