Por Aníbal E. Melo
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Las tácticas de intimidación basadas
en afirmar que los inmigrantes de grupos minoritarios no tienen
habilidades y serían un lastre para la economía, en lugar de
contribuir a ella, son tan antiguas y fracasadas como el movimiento
anti-irlandés del Siglo 19.
Los primeros irlandeses, italianos,
judios, y alemanes, fueron recibidos con profecías de fatalidad.
Aún así, los Estados Unidos prosperó
con la ayuda de esos mismos recién llegados, "menos
educados", cuya integración se planteaba con burla.
La figura de fantasía de 6.3 trillones
de dólares que el ex-Senador Republicano de Carolina del Sur, Jim
DeMint y la organización conservadora de derecha "Heritage
Foundation", que él dirige, y que ha presentado como el
supuesto "costo" de la actual legalización, es una cifra
que supone cero beneficio económico para el país, por lo que en mi
opinión, lo que merece, es el desprecio de todos.
DeMint y la "Heritage Foundation",
están tratando de demostrar su supuesta postura pro-inmigrante,
pidiendo que se ponga en funcionamiento, un sistema migratorio
"basado en méritos".
Ninguna persona razonable puede dudar
de la utilidad de atraer a más inmigrantes educados y calificados a
América.
Pero si la inmigración basada en el
mérito es tan importante para nuestra economía, ¿Cuál es el punto
de casi destruir el programa H-1B?
¿No existe una evidente y reprobable
hipocresía en eso?
Pienso que la estrategia
anti-inmigrante tiene tres cabezas.
La primera, es matar o al menos demorar
la legalización, ya sea mediante el uso de estadísticas económicas
falsas, que incluso otros conservadores republicanos rechazan como
meramente "políticas", o posponiendo el estatus de
Residente Permanente para los inmigrantes legalizados, por lo menos
una década, como lo hace el actual proyecto de ley en el Senado.
La segunda consiste en reducir o
eliminar bruscamente la inmigración legal de ciertos grupos étnicos.
Esto significa, recortar la Inmigración
Familiar que ahora permite que muchos latinos vengan, y la
eliminación de la Lotería de Diversidad, que ha admitido a decenas
de inmigrantes procedentes de África en las últimas dos décadas.
La tercera cabeza es hacer aún más
difícil para los inmigrantes altamente capacitados y educados el
poder obtener visas de trabajo, destripando, por ejemplo, el programa
"H-1B" y reduciendo el número de visas "L-1",
tal y como lo haría el actual proyecto de ley.
Ese es el colmo.
Decir que Estados Unidos tiene la
necesidad de atraer a más inmigrantes calificados y ricos como
excusa para cerrarle las puertas a los inmigrantes menos educados,
pobres, o de color, para después, también cerrarle la puerta a los
mejores y más brillantes, es la forma más clara de hipocresía.
No permitamos que esas tácticas tengan
éxito!