sábado, 4 de mayo de 2013

Bienestar Económico y Razas


Por Aníbal E. Melo
http://www.AnibalMelo.com
AnibalMelo@yahoo.com


Según el "Instituto Urbano de los Estados Unidos", la última media década fue mucho peor para las familias hispanas que para las familias blancas.

Teniendo en cuenta la dinámica de recuperación del sector vivienda y el repunte del mercado de valores, esa brecha de riqueza podría seguir creciendo.

Ese estudio determinó que durante la recesión, la brecha de ingresos entre los estadounidenses blancos y los no blancos se mantuvo estable.

En el 2010, las familias blancas, en promedio, ganarón cerca de $2 por cada $1 que las familias hispanas ganaron, una proporción que se ha mantenido más o menos constante durante los últimos 30 años.

Pero cuando se trata de riqueza medida por activos, como ahorros en efectivo, casas, cuentas para jubilación, menos las deudas, como las hipotecas y los saldos de tarjetas de crédito, las familias blancas superan con creces a los hispanos.

Antes de la recesión, las familias blancas no hispanas, en promedio, eran cerca de cuatro veces más ricas que las familias hispanas. Pero ya para el año 2010, los blancos eran cerca de seis veces más ricas.

El valor en dólares de esa brecha también creció.

Según dicho estudio, las familias blancas promedio tienen aproximadamente 632,000 dólares en riqueza, contra 110,000 dólares de las hispanas.

Por otro lado, los hispanos jóvenes son mucho menos propensos que los jóvenes blancos a recibir una gran suma de dinero de manos de sus padres u otros familiares para pagar la universidad, iniciar un negocio o hacer el pago inicial de una casa, lo que hace que sus posibilidades de creación de riqueza sean más inciertas en la medida que avanzan hacia la edad adulta.

Dos factores principales han contribuido a ampliar esa brecha en los últimos años.

La primera es que la crisis inmobiliaria golpeó a las familias hispanas más duro que a las familias blancas.

Muchas familias hispanas, compraron casas en el momento en que la burbuja inmobiliaria se estaba inflando y alcanzando su punto más alto, lo que se tradujo en pesadas deudas bancarias, ya que los precios de los inmuebles estaban por las nubes.

Eso hizo que esas familias se vieran afectadas de manera desproporcionada por la crisis, debido al colapso del precio de las viviendas.

Recordemos que de cara a una recesión los inmuebles constituyen la mayor proporción de la riqueza familiar.

Por otro lado, con tasas de desempleo más altas e ingresos menores, los hispanos fueron menos capaces de pagar sus hipotecas.

También, las prácticas crediticias discriminatorias fueron otro factor.

Todos sabemos que en las comunidades de color, las tasas hipotecarias de alto riesgo y los préstamos predatorios eran el doble de lo que se encontraba en la población general.

Por otro lado, las familias hispanas también sufrieron golpes más grandes sobre sus ahorros de jubilación.

En conjunto, el valor de las cuentas de jubilación de las familias hispanas se redujo en un 35% entre el 2007 y el 2010, mientras que las de las familias blancas crecieron un 9% durante el mismo período.

Con ingresos más bajos, tasas de desempleo más altas y una red de seguridad social más delgada, las familias hispanas se vieron en la necesidad de sacar sus fondos del mercado de valores cuando este se deprimió, lo que los dejó a la intemperie cuando se recuperó.

Algo similar puede estar ocurriendo con la recuperación del sector vivienda.

Ahora, inversores blancos están comprando casas embargadas de manera desproporcionada a los propietarios minoritarios.

Y en la medida que el mercado inmobiliario comienza a apreciarse, muchos compradores minoritarios no podrán beneficiarse del regreso de los precios altos.

Con todo, las familias hispanas perdieron el 44% de su riqueza entre el 2007 y el 2010.

En cambio, las familias blancas perdieron el 11% de su riqueza.

Incluso si los hispanos avanzan en los próximos años en la medida que la economía mejore, la persistencia de la brecha de riqueza, significa que el Gobierno Federal debería de adoptar políticas públicas más ambiciosas para ayudar a reducir el empeoramiento de la desigualdad.

Políticas gubernamentales que fomenten el ahorro, los ingresos, y los intereses hipotecarios.

Eso es lo que realmente va a romper el circulo vísioso de la pobreza inter-generacional, y la brecha de riqueza entre las razas.

Pero en ausencia de tales medidas, seguiremos presenciando como la brecha de riqueza se ampliará aún más, sin importar si los miembros de grupos minoritarios aumenten su participación en la fuerza laboral estadounidense.

Pienso que la brecha de riqueza es más perniciosa que la brecha de ingresos, ya que se perpetúa de generación en generación y tiene un poderoso efecto en la seguridad económica y la movilidad social de millones de personas.