Hace cincuenta años, miles de
estadounidenses valientes salieron de su zona de confort y se
enfrentarón a un sistema de segregación injusto que no sólo
degradaba al negro de los Estados Unidos, sino también a la América
blanca
Me sorprendo al conocer las historias
de complacencia que tuvieron muchos empresarios e iglesias frente a
una norma social inmoral.
Me sorprendo con la valentía de dos
estudiantes negros dispuestos a enfrentar el odio del Gobernador
George Wallace, en las puertas de una Universidad en Tuscaloosa,
Alabama.
Al igual que entonces, Estados Unidos
se enfrenta ahora a un momento de auto-examen de conciencia debido al actual sistema de inmigración obsoleto, irracional y deshumanizante.
Hace cien años, Estados Unidos dejaba
venir a los interesados hacia sus costas sin mayores restricciones.
Ahora, el bizantino sistema de
inmigración estadounidense alienta el hecho de que los nuevos
inmigrantes tengan que poner sus vidas en pausa para algún día
quizás poder venir y tratar de alcanzar el sueño americano para sus
familias.
Sufrimos un sistema que torna en
delincuentes a los dueños de negocios por
contratar a personas que hacen los trabajos que nadie desea, de lo que se
benefician todos los estadounidenses.
Sufrimos de un sistema que legaliza la "trata de
trabajadores" y las violaciones de los derechos humanos de las
personas que tienen que laborar en la clandestinidad.
Pienso que el debate sobre inmigración trata de la misma naturaleza de lo
que realmente es Estados Unidos.
Sus creencias, moral y necesidad de
compartir los derechos inalienables que sus antepasados inmigrantes
legarón a la humanidad hace 238 años.
Y es que la aceptación de un sistema legal injusto, disminuye la esperanza de igualdad, justicia, progreso y
busqueda de la felicidad que tanto pregonaron los Padres fundadores
desde el inicio del país.
¿Son estos los valores de la
Constitución y la Declaración de Independencia?
Es esta la teología cristiana de los estadounidenses?
¿Permitiendo la intolerancia es la forma
en que vamos a seguir educando a nuestros hijos y nietos?
Muchos empresarios susurran que
necesitan y valoran a sus empleados como individuos y que son
fundamentales para la recuperación de la economía estadounidense,
pero esas voces deben ser elevadas con fuerza y convicción frente a los Representantes estatales y
federales.
Como dijo el Dr. King: "El mal
triunfa cuando los hombres buenos no hacen nada".
Mientras que las iglesias y las
organizaciones de caridad han mostrado grandes actos de bondad en
favor de muchas familias vulnerables que han inmigrado al país, sus
líderes no han exijido colectivamente el fin de un sistema que ha
destruido a las mismas por años.
Un sistema que dice "ponte al
final de la línea", que significa: "Espera y pierde veinte
años de tu vida".
Unas leyes que permiten que exista un
sistema de dos castas respecto de los derechos de los trabajadores
del país.
Me complace el ver a cientos de
jóvenes, sobre todo de las comunidades latinas, que comienzan a
protestar pacíficamente, como lo hicieron los jóvenes
afro-americanos hace cincuenta años.
Su valentía en la intensificación de
la lucha pro-inmigrante, sin garantías legislativas, ha sido muy
importante, ya que sin ellos, no estaríamos teniendo una discusión
sobre una Reforma Integral de Inmigración.
Lo que queda es que el Congreso haga lo
correcto sin importar "el costo político", y marche a
través del puente de la igualdad, a pesar de tener oposición
vehemente en sus diversos Estados o Distritos electorales.
Recordemos que en su carta "Desde La Cárcel De
Birmingham", el Dr. King escribió:
"La injusticia en cualquier
parte, es una amenaza para la justicia en todas partes ...".