Por Aníbal E. Melo
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El que ha estado siguiendo el debate
actual de la Reforma Migratoria, probablemente piense que el problema
afecta principalmente a los hombres, ya que cuando se habla de las
mujeres, normalmente son retratadas o como víctimas indefensas de la
deportación o como sanguijuelas entregadas a procrear "bebés
anclas".
Entre esta narrativa centrada en los
hombres, y el hecho de que los miembros del Congreso que trabajan en
los ante-proyectos de reforma son casi siempre hombres, no es de
extrañar que las leyes de inmigración sean "machistas".
Pero los números dicen claramente que
la inmigración es un asunto primordialmente de mujeres.
Las mujeres y los niños representan
tres cuartas partes de las personas que emigran a los Estados Unidos,
sin embargo, las leyes actuales los excluyen de muchas de las
oportunidades y protecciones del sistema, encajonandolos en un
pequeño número de Categorías de Visas.
En la medida que las discuciones
bipartidistas sobre el tema están a punto de culminar en el Senado y
la Cámara, es fundamental que los pro-inmigrantes luchemos por
incluir a las mujeres en esa conversación.
Hay que asegurarse de que esta ronda de
negociaciones priorice temas que son esenciales para la igualdad de
las mujeres.
Aproximadamente el 60% de las
indocumentadas trabajan fuera de sus hogares, en industrias en las
que los empleos son temporales, informales y no verificables, por lo
que un plan de Reforma que otorgue la Residencia o Ciudadanía
mediante el aporte de "pruebas de trabajo" dejaría afuera
a millones de mujeres y devaluaría las contribuciones reales que
ellas hacen, ya sea desde sus casas o trabajando en la economía
informal.
En la actualidad, sólo el 27% de todos
los titulares de Visas de Trabajo son mujeres.
Dos tercios de los "beneficiaros
secundarios" de visas son mujeres a las que no se les permite
trabajar, aunque tengan el mismo nivel educativo que sus esposos.
Como resultado, terminan quedándose en su casa, económicamente y
socialmente dependientes de sus maridos.
De hecho, las principales categorías
de visas crean problemas significativos para ellas, ya que las "Visas
de Empleos" priorizan las profesiones dominadas por los hombres.
Y a pesar de que en el mercado laboral
estadounidense existen enormes carencias en las profesiones dominadas
por las mujeres, en la actualidad, el 70% de ellas entran al país a
través de "patrocinio familiar".
Por otro lado, hasta el 1996, Estados
Unidos tenía una orgullosa historia de protección de las mujeres
asiladas o refugiadas, pero ese año, los legisladores crearon nuevos
obstáculos para los solicitantes de Asilo.
En los años posteriores, las políticas
anti-inmigrantes han hecho más fácil que las sobrevivientes de
"violencia de género", sean deportadas o detenidas durante
largos períodos.
Por si fuese poco, aproximadamente 10
millones de mujeres inmigrantes no hablan Inglés.
Las clases de inglés que actualmente
existen, a menudo las excluyen porque están vinculadas a formación
laboral, a escuelas comunitarios que requieren un nivel básico para
inscribirse, o se llevan a cabo en horarios que no son apropiados
para madres con hijos.
Una legislación de Reforma Migratoria
que incluya el requisito de saber hablar Inglés sin abordar esas
cuestiones, dejaría a millones de mujeres en una muy grave
desventaja.
Pienso que la Reforma de Inmigración
2013, ofrece un momento poderoso para lograr que las voces de las
mujeres sean escuchadas.
Si eso sucede, la política de
inmigración trabajará en favor de todos los inmigrantes, y no solo
de los hombres.