AnibalMelo@Yahoo.com
En cierto sentido, los resultados de
las elecciones presidenciales del año pasado fueron desconcertantes.
¿Cómo pudo un Presidente con una
economía caída, una oposición energíca, y un índice de
aprobación hundido, lograr una reelección?
¿Fue la imagen de buitre capitalista de
Mitt Romney?
¿Fue la reacción hispana al tono
anti-inmigrante de los Republicanos?
¿Fueron los genios de Chicago que
combinaron la ciencia del comportamiento, con la informática, lo que
facilitó a Obama obtener un enfoque preciso de las opiniones de los
votantes?
Todas esas razones son verdaderas.
Todas contribuyeron a la victoria en noviembre, pero hubo algo más sobre el terreno: No se
trataba de Obama, se trataba de nosotros.
La gente no hizo colas para votar
durante horas (Ohio, Arizona, Florida, etc.), simplemente porque le
gusta la política o por los supuestos "regalos"
que podrían recibir, como sugirió Romney después de la elección.
Se quedaron en las colas, porque se
dieron cuenta de que lo que estaba en juego era el derecho a ser
escuchados.
Muchas de las leyes de supresión de
votantes más nocivas fueron impugnadas con éxito antes del día de
las elecciones, pero un mensaje ya había resonado: Alguien no quería
que la gente joven, la de color, las mujeres solteras y otros
votantes, externasen sus opiniones en las urnas.
Y no hay nada como quitarle un derecho
a las personas, para que estas se den cuenta de lo valioso que es.
Así que el esfuerzo realizado por
muchos para intimidar a la gente de no participar en las elecciones,
sin querer desató una ira y rechazo de acero que culminó con el
triunfo de Obama.
Así cómo en los años sesenta, el
recuerdo de los padres fundadores y de sus luchas civiles históricas
para fundar esta nación fueron claves para dar a luz al movimiento
de los derechos civiles, hoy la vena de la historia se mezcló con
votantes emergentes que tienen un profundo sentido de su comunidad, organización y conocen la importancia de la movilización.
Este modelo renovado de conciencia de
masas alrededor del intento de supresión de votantes hace que esta
última elección, y este momento sea muy diferente de los ciclos
electorales de los últimos 30 años.
Lejos de sólo tomar en cuenta los
votos de los estados o distritos "indecisos" el nuevo
enfoque se basó en la consolidación de los contactos comunitarios
de base, antes, durante y después de las elecciones.
Pienso que se sembró raíces
profundas, no para ganar una única elección, sino para crear una
coalición de largo plazo que va a alterar fundamentalmente al
electorado nacional.
Pero de noviembre 2012, no hace ya mucho
tiempo?
¿Por qué es importante todo esto
cuando el reloj nos adentra al 2013?
En el período inmediatamente posterior
a las elecciones, es fácil olvidar las lecciones básicas que dejan
la construcción de un movimiento social y la organización
comunitaria.
Es fácil pasar por alto el hecho de
que alguien tiene que seguir escuchando a los votantes.
Con el reconocimiento generalizado de
que en Estados Unidos existe un cambio sísmico multi-racial en el
electorado, es fácil pensar que la demografía ya ha determinado un
destino político progresista.
En la emoción del éxito, es fácil
perder de vista el hecho de que no es un momento sino un movimiento
lo que nos llevará a conseguir cambios sociales más duraderos.
Y pienso que en una guerra, no se puede
ceder el terreno ya ganado.
La demografía puede haber jugado un
papel super-importante en esta elección, pero la demografía no es
el destino.
No hay ninguna razón inherente por la
que todos los inmigrantes se quedarán siendo progresistas, los
votantes negros seguirán votando, y los jóvenes continuarán
apoyando ideas liberales.
Eso requiere conversación,
movilización y formación continua de coaliciones en torno a una
nueva visión política. Se requiere, organización.
Lograr cambiar la política fiscal, la
ley migratoria, y reiniciar la lucha para frenar el cambio climático
son las grandes oportunidades que tenemos.
Pero la lección del 2012, y de la
historia, es que el Partido Demócrata no debería alejarse de la
construcción de movimientos sociales básicos que hagan de nuevo
posible estos momentos.
Por ello, propongo una resolución de
Año Nuevo para el 2013.
Vamos a aprovechar las victorias
inspiradoras del pasado año, para finalmente lograr un cambio en la
política de inmigración.
Vamos a hacer del Presidente Obama
realmente el responsable ante las comunidades de base de lo que
suceda con los inmigrantes y del proceso de seguir fortaleciendo el
poder popular a través de la participación electoral y de la
organización política a la antigua.
Que así sea!