jueves, 13 de octubre de 2016

La Moral, Los Evangélicos Y Un Lugar En El Tren De Donald Trump

Por Aníbal E. Melo


En el Antiguo Testamento,  Betsabé, hija de Amiel, fue esposa de Urías el hitita y luego una de las esposas del Rey David.

El Segundo Libro de Samuel (11:1 a 12:25) relata el adulterio de Betsabé con el Rey David, el embarazo resultante de esa relación, y el subsecuente asesinato de su esposo Urías el hitita para ocultar la culpa y la identidad del padre de la criatura que Betsabé llevaba en su vientre.

Sin embargo, el plan de los amantes fracasó cuando Dios denunció a David por medio de una Parábola que enunció el profeta Natán, que finalizó con una sentencia en forma de pregunta:



    "¿Por qué menospreciaste a Yahvé haciendo lo malo a sus ojos, matando a espada a Urías el hitita, tomando a su mujer por mujer tuya (...)?"
                                                 2 Samuel 12:9

 

Ahora Donald Trump requiere que sus más fieles seguidores evangélicos se conviertan en grandes gimnastas.

Algun día, los historiadores se romperan las cabezas tratando de descifrar sobre cómo un hombre que representa lo peor de la cultura de las celebridades, no sólo se convirtió en el nominado del Partido Republicano, sino en el candidato de la derecha religiosa.

Después de que emergió la cinta de "Access Hollywood" donde se puede ver a Trump presumiendo de un intento de adulterio y de como irrespeta a todas las  mujeres, los supuestos representantes de los "mejores valores cristianos" saltaron impacientemente en su defensa.

En un año raro y deprimente, esto tiene que ubicarse entre los fenómenos más extraños y más desalentadores.

El principal líder de la defensa evangélica de Trump es su candidato Vice-presidencial Mike Pence.

El primer paso de Pence en la muestra de sus “elevados principios cristianos”, fue poner su fe en Trump y esperar a ver cómo le hiba en el segundo debate presidencial.

Su segundo paso fue fingir como si un penitente Trump fuese Enrique IV de pies descalzos en la nieve pidiendo perdón.

Pence dijo que se necesitan unos "grandes coj…", (para no mencionarlo completamente) "para saber cuando uno se equivoca."

Como si se tratase de un llamado muy difícil el ver si Trump estuvo incorrecto al tratar de seducir a una mujer casada o, como él mismo dijo "seducirla como a una perra."

Según Pence, "Mi compañero de fórmula mostró humildad. Mostró lo que había en su corazón al pueblo estadounidense."

Cuando en realidad, Trump no expresó ningun tipo de remordimiento.

Cuando la cinta apareció por primera vez el pasado Viernes por la tarde, Trump no se mostró arrepentido en lo absoluto.

Dijo "si alguien se sintió ofendido" le pido disculpas y luego cerró su supuesto discurso de “mea culpa” atacando a Bill Clinton por haberle dicho cosas mucho peores a él en el campo de golf.

No fue hasta después de la medianoche que sus ayudantes extrayeron de él una disculpa más completa en un video, que incluyó otra diatriba contra los Clinton.

En todo momento, Trump despedía un sentimiento de ira por el hecho de haber sido descubierto.

Por otro lado, al Presidente de la Universidad Liberty, Jerry Falwell Jr., le gusta la comparación de Trump con el Rey David, que flotaba incluso antes del conocimiento de la cinta.

Falwell aprobó el triunfo de Trump en las primarias, al parecer con la teoría de que el hombre con el carácter más bajo en el campo, tenía la convicción Cristiana más genuina.

Por lo que claro en todo, menos en las cuestiones sociales conservadoras, Trump serviría mejor a los intereses de la derecha religiosa que Hillary.

La otra línea común de los defensores de Trump es que todos somos pecadores.

Esto es, por supuesto, profundamente cierto.

La gente cambia.

Pero no hay ninguna evidencia de que Trump haya sufrido ninguna transformación.

A pesar de todas las horas pasadas junto a los líderes de la derecha religiosa, Trump, evidentemente, todavía no tiene la menor idea de que los Cristianos no son vengativos, deshonestos, insultantes, intimidantes, codiciosos ni jactanciosos, entre otras cosas.

Dicho esto, debo reconocer que Falwell Jr. representa solamente una parte de lo que piensa el mundo evangélico.

“Christianity Today” y la “Revista World”, los principales órganos de la opinión Evangélica, se han opuesto a Trump.

Beth Moore, prominente autor y orador cristiano ha expresado su consternación con los líderes evangélicos que justifican a Trump.

Wayne Grudem, influyente teólogo que escribió una apología polémica en favor de Trump hace unos meses, se ha retractado.

Los evangélicos prominentes que apoyan a Trump creen que estarán mejor con él que con Hillary, especialmente respecto de la escogencia de los miembros del Tribunal Supremo.

Esta es una posición razonable, aunque con muy pocos seguidores

Sutil y muchas veces no tanto, a menudo se encuentran defendiendo lo indefendible, porque al no reconocer abiertamente los fallos de Trump le hacen un flaco servicio a la cristiandad.

Estos Evangélicos modifican sus normas religiosas y le ceden terreno a una cultura irrespetuosa de una manera que habría sido inimaginable hace un año.

Y lo están haciendo para una Campaña que se está hundiendo, debido especialmente a los defectos de Carácter del candidato.

Creo que Trump sería el ejemplo perfecto de inmoralidad para la derecha religiosa, si muchos de sus líderes no estuviesen implicados con él.

Ahora muchos partidarios Evangélicos de Trump utilizan una especie de “defensa del Rey David”.

En el Siglo 10 AC el Rey de los israelitas pecó de manera spectacular, por lo que un “micrófono caliente” funcionando en la Corte del Rey David pudo haberle dado rubor hasta a Trump.

Hay que recordar que la Biblia dice que a pesar de haber sido perdonados por Dios y salvados de la condena a muerte por sus crimenes, el primer hijo nacido de la relación entre David y Betsabé murió a los siete días.

Lo que siguió fue una cadena de intrigas, asesinatos y luchas internas (incluyendo una guerra civil) que plagaron la vida posterior de David como castigo adicional impuesto por Dios.

Ojalá y no les suceda lo mismo a Trump y a sus Santos señores!