miércoles, 19 de octubre de 2016

Cuando Un Candidato Daña La Democracia


Por Aníbal E. Melo

 
Una de las grandes ventajas de la democracia es la posibilidad de la auto-corrección.

Si una elección funciona mal, la siguiente ofrece la oportunidad de hacer una mejor, y al mismo tiempo que se mantienen las garantías constitucionales se les impide a los ganadores el abusar del poder.
 
Pero a veces las elecciones fallan de manera tan desastrosa que amenazan con dañar irremediablemente los cimientos de una sociedad.
 
Estados Unidos enfrenta ese tipo de riesgo este año.
 
El fracaso sistématico de una elección puede ser perjudicial de varias maneras.
 
En Estados Unidos, por su complejidad, las elecciones no pueden ser manipuladas, pero aún cuando no lo sean, la sola sospecha perjudica la legitimidad de un nuevo gobierno, creando una gran crisis constitucional.
 
Las elecciones fallan cuando llegan al poder personas que no tienen respeto por las normas constitucionales,  poniendo en peligro las instituciones democráticas.
 
Ellas pueden fallar cuando su resultado es tan desalentador que las personas dejan de buscar la democracia y creen que sólo un gobierno autoritario puede resolver sus problemas.

Aunque la palabra democracia a menudo es equiparada con la palabra elecciones, las dos no son lo mismo.
 
Después de acallar a sus oponentes, los autoritarios suelen utilizar las elecciones para darse un sello de legitimidad popular.
 
Todos sabemos que los elementos de la democracia son: La libertad de asociación, el sistema imparcial de justicia y la administración de elecciones libres.
 
Todos medios indispensables para que la democracia pueda limitar los daños cuando las elecciones fallan.
 
A veces, los controles y los equilibrios de la Constitución parecen frustrante porque sirven como freno al resentimiento popular, reduciendo el riesgo de que una mala decisión de los votantes dañe irreversiblemente la democracia.
 
Un colapso económico, la derrota en la guerra, o algún otro tipo de crisis pueden ser situaciones que conduzcan a los votantes de una nación a tomar una decisión desesperada.
 
Sin embargo, aunque este es un tiempo de ansiedad en los Estados Unidos, no es un momento de desesperación nacional, a pesar de que podría convertirse en uno.
 
Y es que el país se enfrenta al riesgo de insuficiencia sistémica de las elecciones.

Donald Trump es un candidato que  amenaza la integridad electoral, la legitimidad del gobierno federal, las normas constitucionales, y la confianza en el debido proceso de la nominación Partidaria.
 
Trump ha dicho que si no gana, él no aceptará los resultados debido a que el sistema político actual está "manipulado" y la elección puede serle robada a través de un coloso fraude electoral.
 
Todo eso es mentira.
 
No hay evidencias significativas de suplantación de votantes.
 
Pero muchos de los partidarios de Trump se hacen eco de las opiniones que escuchan de su candidato.
 
Una encuesta de Quinnipiac realizada a mediados de Septiembre preguntó:
 
"Si su candidato pierde en Noviembre, piensa que el resultado fue legítimo o pensaría usted que la elección fue fraudulenta?"
 
Casi la mitad de los seguidores de Trump (46%) cree que la elección sería arreglada, mientras que sólo el 11% de los partidarios de Clinton lo cree.
 
Por supuesto, el propósito real de la difusión del mito de un fraude electoral es justificar las necesidades de crear una identificación especial y otras leyes y políticas que le reduzcan a los afroamericanos, a los latinos y a la juventud el derecho al voto.

Trump también ha hecho un llamamiento a sus seguidores para patrullar los lugares de votación el día de las elecciones.
 
Vieja táctica dirigida a intimidar a los votantes minoritarios.
 
Hay otro tipo de amenaza a la integridad electoral que es totalmente nueva en los Estados Unidos.
 
Se trata de la intervención de una potencia extranjera apoyando a un candidato y sembrando la desconfianza general en el resultado de la elección.
 
Algunas personas no creen que piratas informáticos que trabajan para Vladimir Putin, son los responsables de la violación de los archivos tanto del Registro de Votantes del Estado de Arizona e Illinois, cómo de los correos electrónicos del Comité Nacional Demócrata.
 
Pero hay todo un patrón bien establecido de las acciones rusas de este tipo en toda Europa.
 
Y es que Trump le ha dado a Putin un interés sin precedente en las elecciones venideras porque es un candidato presidencial pro-ruso.
 
La admiración que Trump ha expresado en repetidas ocasiones le tiene a Putin, y su afirmación de que cómo Presidente, no defendería a los aliados de la OTAN en el este de Europa contra alguna intervención rusa, son ideas fundamentales para él.
 
Como hombre de negocios, Trump también ha buscado hacer negocios, a travez de sus hijos, en la capital rusa, y como candidato tiene una notable inclinación por asesores con conexiones rusas.

Que Trump no haya sabido del pirateo de los Email de Clinton por parte de Rusia antes de que todos los supiesen, es muy poco convincente.
 
Dijo que él sólo estaba siendo "sarcástico" - un sorprendente ejemplo de desprecio por las normas democráticas.
 
La cantidad de documentos hackeados puede proporcionar material, posiblemente adulterado, para una "sorpresa de Octubre" que sea perjudicial para Hillary Clinton o para la confianza del público en la integridad de la elección.
 
Al alabar a Putin como un hombre fuerte, Trump demuestra total indiferencia al uso que el líder ruso le da a la energía, al asesinato de opositores y periodistas en Rusia, y le impide ver algo malo en la invación de Crimea.
 
No nos olvidemos que Trump ha incitado a la violencia contra  manifestantes en sus mitines.
 
Que ha atacado  a un Juez que conoce el caso contra la Universidad Trump.

Y que ha dicho que como Presidente usaría el IRS como medio de retaliación contra el diario The Washington Post.
 
Si las elecciones fallan en la mayoría de los países, es su problema.
 
Pero si fallan en Estados Unidos, es un problema de todo el mundo.

Trump considera que las alianzas construidas por Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial para proteger a los países aliados, son muy costosas por lo que se debe cobrar por ellas.
 
En Irak, dice, hay que acabar de robarse el petroleo, una reversión al imperialismo pasado de moda que validaría la hostilidad hacia los Estados Unidos.
 
Trump cree en el uso de la tortura contra los presuntos terroristas y en matarles a sus familias, ignorando los Convenios de Ginebra y otros detalles legales.
 
Después del 1945, Estados Unidos ayudó a construir un sistema de alianzas y a crear el Derecho Internacional, mismo que ha mantenido la paz en Europa y ha contribuido a los avances de la democracia y los derechos humanos en todo el mundo.
 
Pero Estados Unidos no siempre ha defendido esos valores en sus acciones en el extranjero.
 
Una victoria de Trump podría poner en peligro lo que se ha logrado hasta ahora y le haría un gran daño a la democracia no sólo en Estados Unidos sino a nivel internacional.
 
¿Pero no tenemos otras instituciones?
 
¿No tenemos los Tribunales, el Congreso, y la burocracia federal, que pudiesen frenar a Trump y a sus ideas?
 
Si eso es así, se encontraría frustrado en cada paso de política interior.

Pero recordemos que respecto de las relaciones internacionales, el poder de la presidencia es prácticamente ilimitado.
 
Cómo Comandante en Jefe, el Presidente puede llevar el país a la guerra.
 
Recordemos que otros Presidentes han abrogado y suspendido tratados en el pasado, por lo que Trump podría hacerlo con poco temor de que el Tribunal Supremo lo obligue a cumplir.
 
El pacto de armas nucleares con Irán es sólo un acuerdo ejecutivo, y Trump podría cancelarlo. 

Es un pensamiento reconfortante el hecho de que los militares y la CIA puedan desafíar las órdenes de Trump de utilizar la tortura en sus operaciones.
 

Pero yo no contaría con ello. 

Por otro lado, al señalar sus intenciones, las declaraciones de un Presidente sobre los asuntos exteriores en Discursos y Conferencias de Prensa a menudo constituyen acciones en sí mismas.  

La mera sugerencia de que Estados Unidos no va a defender a los países del este de Europa podría alentar a Putin a desafiar a la OTAN. 

En abril pasado, en una entrevista, Trump dijo que en lo que respecta a los japoneses, estos pueden armarse con armas nucleares. 

Más tarde se retractó, pero un Presidente sólo ha de elevar la duda sobre los compromisos internacionales para desencadenar una proliferación nuclear mundial. 

Y mientras que el poder presidencial no es tan grande en otras áreas, todavía es formidable. 

En virtud de las leyes vigentes, Trump podría tener suficiente autoridad discrecional para impedir la inmigración de países predominantemente musulmanes. 

También tendría la autoridad legal para llevar a cabo deportaciones masivas. 

Y podría nombrar a un Fiscal Especial y a otros funcionarios que serían capaces de llevar a cabo investigaciones contra sus oponentes políticos y medios de comunicación críticos dejando de lado las normas que restringen el poder fiscalizador del Gobierno y su capacidad para desactivar la oposición.  

Pero tal vez los mayores peligros para la democracia y las libertades civiles pudieran derivarse de la personalidad de Trump.  

Muchas de las acciones políticas que Trump desea que sucedan tienen el potencial para encender una crisis internacional.  

La cancelación del pacto con Irán podría precipitar otra crisis en esa región. 

Sus políticas anti-musulmanes podrían estimular más el terrorismo.

Las deportaciones masivas y la cancelación de los acuerdos comerciales internacionales, podrían crear una gran confusión económica mundial. 

La agitación en sí sería una oportunidad para Trump, ya que a menudo lo es para los populistas de derecha. 

Si llega al poder a través del llamamiento de un nacionalismo intenso y de ser hostil contra las minorías, los extranjeros y sus opositores internos, podría querer apoyar y justificar la represion.

También hay un potencial inmediato de la ocurrencia de una crisis constitucional si las elecciones de este año producen un resultado en disputa. 

Imagínese una repetición de la batalla por el voto de Florida de las elecciones del 2000, excepto que ahora con sólo ocho jueces, el Tribunal Supremo estaría en un punto muerto. 

Eso podría dejar el resultado de la Elección Presidencial a un Tribunal inferior con menos legitimidad para determinar el destino de la nación. 

Al Gore evitó una crisis constitucional en el 2000, al aceptar su derrota, pero es difícil imaginar a Trump haciendo lo mismo. 

Si Trump gana, y los Republicanos dominan las dos Cámaras Legislativas, las probabilidades de que pudiesen llevarse a cabo Audiencias equivalentes a las de Watergate para comprobar  posibles abusos del poder presidencial, son casi nulas. 

Este año, ya hemos visto cómo muchos líderes republicanos que se opusieron a Trump,  una vez que él fue nombrado presunto candidato del Partido se le han arrodillado, a pesar del desprecio que él demostro por ellos y por lo que siempre han sido los verdaderos valores y principios del Partido de Lincoln. 

Como Presidente, el poder de Trump para intimidar a otros sería mucho mayor de lo que ha sido como candidato.

Y ya que el autoritarismo de Trump no es un secreto, creo que su candidatura en sí revela algo profundamente perturbador existente a lo interior del Partido Republicano en particular y en América en general. 

Todos suponían que ningún candidato con las características de Donald Trump tendr
ía oportunidad para acceder a la presidencia.

Pero desde hace algún tiempo, los Republicanos han estado jugando con fuego, avivando la hostilidad hacia el gobierno y las dudas sobre su legitimidad. 

Trump es la culminación de ese patrón.  

Después de años de desprecio implacable por las instituciones públicas, la Democracia en América es ahora mucho más frágil de lo que muchos pensaban. 

Si bien los controles y los equilibrios constitucionales crean un freno a los líderes electos, la gente tiene que aplicar esos frenos. 

En primer lugar, los frenos son los jueces y las personas con poder independiente en el gobierno, así cómo las principales instituciones privadas.  

No sólo pueden negarse a estar de acuerdo con las decisiones ilegítimas de un Presidente, sino que también pueden ayudar a organizar la resistencia pública.  

En una de sus grandes opiniones sobre la “Libertad de Expresión”, el Juez Louis Brandeis escribió que los fundadores de la república norteamericana "crei
an que la libertad es el secreto de la felicidad, y el valor el secreto de la libertad."   

Cuando la democracia va bien, es fácil olvidar lo vital que es, y el valor que tiene.  

Cuando las elecciones fallan y todo parece desmoronarse, nada es más importante.