Me gusta pensar que no he dejado ninguna piedra sin remover denunciando el racismo, el odio y la hipocresía de todos los pre-candidatos republicanos a la presidencia, tanto de los que todavía están como de los que, por suerte, ya se han retirado y que han explotado la intolerancia, a fin de atraer a votantes religiosos de clase media, que son los que más tienen que perder económicamente si los republicanos se hacen cargo de la Casa Blanca y del Congreso en el otoño.
Sabemos donde los republicanos están parados.
Son de línea dura contra la inmigración ilegal, y al menos públicamente, dicen que apoyan la inmigración legal.
Sabemos que casi todos los republicanos destacan en materia de rechazo a la inmigración, y estoy totalmente en desacuerdo con su línea draconiana contra los inmigrantes no autorizados.
Pero si revisamos la historia reciente, como la del voto del DREAM Act (donde tres republicanos en el Senado votaron a favor -, vemos que cinco demócratas, cuyos votos eran cruciales para la aprobación, o bien no se presentaron o votaron en contra.
Por otro lado, creo que no hubo suficiente insistencia o intervención por parte del Presidente Obama, para que esa ley se aprobase. Por lo menos en mi conocimiento.
Si alguien está en este país o quiere venir a Estados Unidos utilizando las reglas de juego actuales, casi todos los republicanos dicen que lo apoyan.
Por otro lado, cuando los demócratas se comprometen a reformar el sistema de inmigración, y dar alivio a aquellos que están sufriendo por causa de las leyes existentes, creando un mejor clima para la inmigración en los Estados Unidos, ¿hasta dónde podemos confiar en ellos?
400,000 deportaciones por año, "Comunidades Seguras" y la Sección 287(g) tienen que ser parte de la respuesta a esa pregunta.
¿Y me pregunto, dónde están nuestros amigos?