jueves, 15 de marzo de 2012

Batallas Anti-Inmigrantes Que Perduran

                                                                                                         
Por Aníbal E. Melo

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Un fallo supuestamente final de la Corte Suprema no necesariamente siempre significa el final de la guerra en muchos asuntos controvertidos.

La guerra contra el aborto ha seguido su marcha a pesar de la histórica decisión del caso Roe vs. Wade del 1973.

Así, también con el caso del Tribunal Supremo Plyler Vs. Doe, que permitió a los niños indocumentados el poder inscribirse en las escuelas públicas de Texas y que marcó un punto de inflexión en los derechos a escolaridad de los niños.

El 15 de junio del 2012, se celebrará el 30 aniversario de la Sentencia de la Corte Suprema de Justicia en el caso Plyler vs. Doe.


Esta Sentencia dictada en el 1982, ha hecho posible que millones de niños indocumentados puedan inscribirse en las escuelas públicas del país. Ha sido ampliamente reconocida como una historia de éxito.

Cuando el Presidente Reagan y el Congreso aprobaron la Reforma migratoria integral del 1986, fue posible que muchos de estos niños se conviertiesen en ciudadanos.

Incluso opositores iniciales, tales como James Plyler, más tarde indicó que se sentía feliz en que el caso resultó como lo hizo, ya que a estos niños se les permitió permanecer en las escuelas y obtener educación.

Este caso sigue requiriendo la vigilancia de todos, debido a que algunos estados todavía estan tratando de promulgar sus propias leyes sobre escolarización de niños indocumentados, como por ejemplo Alabama, que aprobó una ley que exige el "registro" de sus alumnos.

En el caso de Alabama, los legisladores, querían poner temor en los corazones de los padres.

Aunque los tribunales detuvieron algunas de las odiosas disposiciones migratorias de ese estado, el daño que se deseaba hacer, ya estaba hecho: Los padres asustados retiraron a sus hijos de las escuelas.

Muchos de los niños indocumentados, se destacan por sus esfuerzos académicos y personales, ganan concursos y premios,  y sin embargo, en los debates sobre el DREAM Act, que proporcionaría una Residencia Condicional a ciertos estudiantes universitarios indocumentados, se han puesto de manifiesto la gran división existente en Estados Unidos, sobre qué hacer con estos niños cuando llegan a la edad universitaria.

Me viene a la mente un particular debate dentro de las primarias del Partido Republicano, en que todos pudimos presenciar cómo las políticas de inmigración del Gobernador Perry, que permiten que los estudiantes universitarios indocumentados de Texas paguen al Estado una matrícula con costo de residente, chocó con la visión anti-inmigrante de sus oponentes. Herman Cain, por su parte, tontamente abogó por crear una valla electrificada en la frontera.


Las leyes estatales tipo Alabama, no enfrentan estos problemas con sabiduría – ya que violan la ley federal, son exageradas, pero han puesto de manifiesto la interrelación y la necesidad que tiene el país de la mano de obra de los inmigrantes indocumentados.

Sólo una Reforma Federal Integral de inmigración puede funcionar - no podemos tener 50 políticas de inmigración, más de lo que no podemos tener 50 políticas exteriores o 50 formas de moneda.

Leyendo el caso Plyler vs. Doe hoy día, llama la atención sobre las importantes cuestiones de la incorporación de los extranjeros en nuestras comunidades, las tensiones políticas, y la mezquindad implacable de los restriccionistas que aún siguen luchando esta batalla, 30 años más tarde.

Creo que este tipo de evento es de sumo interés periodístico debido a que sus consecuencias futuras son muy graves, por lo que me siento atraído por el arco narrativo de la historia: Unos niños inocentes llevados a un país extraño, donde ellos y sus familias viven en las sombras y en la semi esclavitud.

Creo que la decisión del 1982 de la Corte Suprema, representa lo mejor del país: Compasión, y una creencia fuerte en la importancia de la igualdad, así como valentía política y personal.

Y es que en esta sociedad, entonces como ahora, no castigamos a nuestros hijos por los pecados de nosotros los padres.