miércoles, 21 de marzo de 2012

La Metáfora Del Ilegal Y El Poder De Las Palabras

                                                                                                         
Por Aníbal E. Melo

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Hay una frase en Estados Unidos, que reza: "Palos y piedras rompen mis huesos, pero palabras, nunca me hacen daño".

Entre los hispanos hay otra parecida: "A palabras necias, oídos sordos".

Valiente y útil a veces, esos dichos populares no son realistas, ya que las palabras, realmente, si pueden llegar a doler mucho.

En la medida que crecemos nos damos cuenta que, de hecho, las palabras son muy poderosas.

Aprendemos que hay palabras evocadoras, racistas, sexistas, y de odio que no deben ser dichas.

Soy de República Dominicana, donde por motivos históricos y geográficos, hemos tenido una infinidad de problemas con nuestros hermanos haitianos.

En mi país, muchos dominicanos mencionan la palabra "haitiano", con "inferioridad", lo cual siempre me ha parecido terriblemente equivocado.

Al principio yo le daba a ese razonamiento un poco de aceptación, y pensaba que el hecho de que nos independizamos de Haití en el 1844, justificaba dicho pensamiento, ya que describe en algo nuestra historia de luchas patrias.

Años despues, ya en Estados Unidos, alquile un apartamento a un hombre de origen haitiano, y algunos amigos y familiares dominicanos se referían a el, no como el landlord, sino como: "El haitiano".

Se confirmó mi sospecha de que los dominicanos no decimos esa palabra con inocencia.

En la mente de muchos dominicanos, la palabra "haitiano" significa alguien que está fuera de nuestro círculo aceptable. Es una palabra de ostracismo que deja en claro que los dominicanos somos diferentes, que supuestamente somos mejores.

Ahora, quiero recordar lo que es una metáfora. Esta consiste en la identificación de dos términos, de tal manera que para referirse a uno de ellos se nombra al otro.

La metáfora se diferencia de la comparación porque en vez de relacionar dichos términos mediante un verbo que indique semejanza, los une convirtiendo a uno de ellos en complemento del otro.

Y luego pienso en la palabra "ilegal".

Esta palabra connota la idea de personas que están fuera del círculo de los aceptables. Que los "legales", son mejores.

Cuando pienso en la palabra "ilegal" lo primero que me llama la atención es que es una frase descriptiva que se ha convertido en un sustantivo.

Veinte años atras, nadie se hubiese referido a otro ser humano como "ilegal".

Eran "personas indocumentadas", "personas sin papeles", e incluso "extranjeros no autorizados", pero nunca "ilegales".

El uso de calificativos, para distanciarnos de otros grupos de personas siempre ha sido muy común.

A la gente que comete crímenes, se les llama "delincuentes" porque han tenido un comportamiento que los separa de la sociedad educada y civilizada.

Un amigo que nunca es blando con el crimen, me afirmó una vez que es buena idea llamar a las personas indocumentadas "ilegales" por la misma razón que nosotros llamamos a las personas "criminales".

Mi amigo dice que los indocumentados han cometido un delito, y que lo que han hecho es "ilegal".

Así que vamos a examinar que crímenes han sido cometidos por aquellos que no están autorizados a estar en los Estados Unidos.

Los adultos que ingresan al país sin inspección cometen un delito federal que conlleva una multa de entre $25 y $250 o una pena máxima de prisión de 6 meses. Como tal, es un delito federal menor.

Es importante darse cuenta de que la gran mayoría de las personas no autorizadas, sin embargo, no han cometido ningún crimen. Muchas de las personas descritas como "extranjeros ilegales" obtuvieron su estatus de "ilegal", al quedarse en Estados Unidos más del tiempo permitido por sus visas, violación civil que no implica conducta delictiva alguna.

Si añadimos al grupo de personas que son traídas a los Estados Unidos siendo niños inocentes, a los solicitantes de asilo que están esperando su día en corte, y a los estudiantes que no han podido mantenerse estudiando tiempo completo, tenemos a un grupo grande, todos ellos calificados como "ilegales" que no han cometido ningún delito.

La otra cosa en juego aquí es la raza.

Si cierras los ojos e imaginas a una persona que se ajusta a la palabra "ilegal", apostaría a que  no imaginas a un rubio de ojos azules.

En esta metáfora, el inmigrante se convierte en extranjero, el extranjero en ilegal y el ilegal en hispano.

Esta es la razón por la que casi la mitad de todos los votantes latinos encuestados encuentran el término "inmigrante ilegal" ofensivo.

Estamos hablando de una clase de ciudadanos estadounidenses que se sienten discriminados, que es algo al que los políticos inteligentes deberían de prestarle especial atención.

Y es que de tanto repetirse, en Estados Unidos se ha creado un vínculo metafórico entre la palabra hispano y la palabra "ilegal".

En respuesta al racismo y al odio que la palabra "ilegal" engendra, la Sociedad de Periodistas Profesionales, reconociendo su efecto de gran alcance, votó el año pasado en favor de no utilizarla en los medios.

Deseo hacer mi parte también, y relegar la pabra "ilegal" a un lugar oscuro en donde no hiera, ni discrimine a nadie. Con este artículo, acabo de abrirle la guerra a esa odiosa palabra.