De acuerdo con un estudio realizado en
el 1999 por el Departamento de Justicia de Estados Unidos, 19 de cada
1,000 niños desaparecen cada año en el país.
La mitad de estos huyen de sus hogares,
por causa de un padre o tutor abusador.
Otros, los más, son niños que
desaparecen momentaneamente, debido a descuidos de su cuidador.
El secuestro, es la razón menos común
para que un niño desaparezca.
Según el Departamento de Estado, el
año pasado en los Estados Unidos, desaparecieron de sus hogares cientos de menores. Las
sustracciones trauman a los niños y a sus padres, a los amigos y a
los familiares.
La sustracción de menores es un flagelo doloroso
para muchos, y un problema que a mí me preocupa sobremanera.
Se estima que en Estados Unidos, la
gran mayoría de los niños secuestrados, lo son por miembros de su
propia familia, no por extraños.
Lo que mucha gente no sabe es que en estos momentos, hay otros 5,100 niños que han sido secuestrados, y, sin embargo la mayoría de las personas nunca se enteraran de estos particulares secuestros.
Arrancados por la fuerza, de los brazos
de sus amorosos padres, estos casos llaman poco la atención de los
medios y carecen de la simpatía de las organizaciones que luchan por
los derechos de los padres.
Muy pocas personas son conscientes de
estos secuestros.
Peor aún, estos secuestros son bien
conocidos por la policía y por el FBI, sin embargo, estas
organizaciones se niegan a ayudar a los angustiados padres.
Muchos creemos que América, es un país
poblado por gente generosa y preocupada por las causas de completos
desconocidos que se encuentran en circunstancias dramáticas, pero la
contradición es que no es sólo que la policía y el FBI saben de
estos niños, sino que estos son secuestrados por órdenes del
Gobierno Federal.
Sus padres son personas que son
detenidas en la histeria de las redadas contra los indocumentados.
A estos padres rara vez se les da la oportunidad de hacer arreglos en favor de sus hijos. Son colocados en autobuses, y enviados directamente desde su lugar de trabajo, a las carceles, a veces a cientos de kilómetros de distancia de donde estan sus hijos.
Muchos son declarados no aptos como padres sólo porque son "inmigrantes ilegales".
Indiferentes, los jueces los mantienen
en las carceles, y los niños quedan abandonados. Luego, los niños
son colocados en hogares sustitutos y muchos dados en adopción. No
es solamente que todo esto es una triste situación, sino que es
escandaloso e inmoral.
Consideremos cuidadosamente lo que
nuestra indiferencia, actitud y filosofía hacia estas familias
significa y lo que reflejan nuestros valores personales y religiosos.
¿Cómo es que hemos permitido que las
cosas hayan llegado hasta este punto?
Muchos anti-inmigrantes, asumen que los
padres o madres indocumentados son "basura", pero hay que
mirar la realidad de lo que son.
Son seres humanos, padres comunes y
corrientes que quieren una vida mejor para sus hijos, sus padres
ancianos, y para ellos mismos. Estadísticamente, el mayor porcentaje
viene a los Estados unidos, simplemente en busqueda de la oportunidad
de poder trabajar y labrarse un destino decente.
Ser indiferentes a
lo que es el secuestro y la separación forzada de los niños del
amor, y cuidado de sus familias no soporta incluso el escrutinio del
concepto básico de sociedad civilizada.
Cuando se analiza
con lógica y honestidad, los que permanecemos en silencio sobre la
actividad y consecuencias de este gran abuso, lo que estamos
realmente permitiendo es el secuestro de niños por parte del
Gobierno Federal. No importa que sea legal, es que es inmoral.
Por
eso en este blog, me solidarizo con las familias que han sufrido la
pérdida de un hijo por cualquier causa. Insto a todos los padres a unirnos contra este mal.
La
unidad es una herramienta necesaria para resolver estos casos tan
difíciles, y para brindarle a un mayor número de nuestros niños la
oportunidad de volver a sus casas, a manos de sus padres naturales.