Por Aníbal E. Melo
Cierto día, el anciano invitó a un
amigo a deleitar un sabroso té. Los dos hombres pasaron al salón
donde, en su jaula, estaba el loro. De repente el Loro comenzó a
gritar insistente y vehementemente: ¡Libertad, libertad, libertad!
Durante todo el tiempo en que estuvo el
invitado en la casa, no cesaba de pedir libertad.
Hasta tal punto era desgarradora su
solicitud, que el invitado se sintió muy apenado y ni siquiera pudo
terminar de saborear su té.
Pasaron los días. El invitado no podía
dejar de pensar con compasión en el loro y decidió que era
necesario ponerlo en libertad.
Sabía cuándo su amigo salia de la
casa y lo aprovecho para tratar de liberar al loro.
¿Quién no hubiera sentido piedad por
el animalito?
Presto, se acercó a la jaula y abrió
la puerta de la misma.
Normalmente bajo la Cuarta Enmienda de
la Constitución, los estadounidenses no están generalmente sujetos
a ser detenidos al azar y a ser arbitrariamente registrados.
La frontera, sin embargo, siempre ha
sido una excepción. Allí, esas reglas no se aplican desde hace
mucho tiempo.
Las autoridades no necesitan una Orden
Judicial o "causa probable" para llevar a cabo una revisión
de rutina en la franja fronteriza.
Pero que es la "Frontera"?
Según el gobierno, es una franja de
100 millas cuadradas, que inicia en cualquiera de los "bordes
externos" de los Estados Unidos.
Como resultado de esta autoridad que
limita la libertad, personas que supuestamente están muy lejos de la
frontera, ciudadanos americanos que viajan de un lugar a otro dentro
de los Estados Unidos, son detenidos y hostigados de manera que la
Constitución no lo permite.
En carreteras de estados como
California, Texas y Arizona, la Patrulla Fronteriza ha creado
incontables "puestos de control," donde por lo general, los
Agentes le preguntan a los conductores y pasajeros sobre su
ciudadanía.
El gobierno dice que esos retenes son
"administrativos" y que existen sólo con el propósito de
proteger las fronteras de la nación.
Pero por ejemplo, en carreteras de
Nueva Inglaterra, agentes federales detienen e interrogan diariamente
a estadounidenses o extranjeros, sin tener ningún tipo
de sospecha contra ellos.
Mi conclusión es que la "autoridad dictatorial" que ejerce el Gobierno Federal en la frontera, se está derramando en cualquier calle, barrio, ciudad o estado, y ahora, gran parte de la población del país, se esta viendo afectada.
Para saber qué proporción de la
población esta afectada por este gran problema, lo primero que
debemos de tomar en cuenta, es la cantidad de pueblos y centros
urbanos que se encuentran a 100 millas de cualquier "límite
externo" de Estados Unidos.
Según el Censo, el tamaño de esta
población es de unos 198 millones de personas o las dos terceras
partes de la población de Estados Unidos.
Nueve de las 10 mayores áreas
metropolitanas del país, están dentro de la "zona libre de la
Constitución."
Pero eso no es todo.
El Gobierno Federal considera que Connecticut, Delaware, Florida, Hawai, Maine, Massachusetts, Michigan, New Hampshire, Nueva Jersey, Nueva York, Rhode Island y Vermont, se encuentran dentro de esa zona.
El Gobierno Federal considera que Connecticut, Delaware, Florida, Hawai, Maine, Massachusetts, Michigan, New Hampshire, Nueva Jersey, Nueva York, Rhode Island y Vermont, se encuentran dentro de esa zona.
Todo esto ha coincidido con el
desarrollo de incontables tecnologías de control de fronteras, que
entre otras incluyen:
- La lista de vigilancia;
- El Sistema de Selección Automático (ATS)," programa que evalua el riesgo de los viajeros y su identidad;
- El Sistema de Seguimiento Electrónico de Pasaportes;
- La Iniciativa de Viajes del Hemisferio Occidental (WHTI);
- La valla virtual;
- Los aviones no tripulados, y finalmente, a mi juicio el más peligroso,
- Inteligencia Total (TIA), monumental programa de extracción y procesamiento de datos personales: comunicación, salúd, viajes, educación y finanzas, alegadamente dirigido a detectar “patrones de conducta sospechosos”.
Esta expansión ilegítima de los
poderes restrictivos federales, es parte de una tendencia que hemos
visto crecer en los últimos años para limitar las libertades
individuales.
Y nadie dice nada!
Esto ha sido típico desde que la administración Bush, inició el uso del "arrastre," para hacer cumplir las leyes antiterroristas y supuestamente reforzar la seguridad nacional.
Lo que he estado observando es un
enfoque que nos convierte a todos en sospechosos.
Pienso que si la actual generación de estadounidenses "no se para en dos patas," y frena el galope de la ampliación de los poderes federales sobre los individuos, no está poniendo su grano de arena para mantener con vida los derechos y libertades de los que hasta ahora ha disfrutado el pueblo.
Pronto, todos podríamos darnos cuenta, de que hemos perdido parte o la totalidad del
derecho a realizar en privacidad nuestras actividades, y a poder recorrer
el país sin injerencia de las autoridades gubernamentales.
Por otro lado, creo que se debe protestar cualquier tipo de espionaje
que pueda realizar el Gobierno contra los ciudadanos.
Ha sido un sello distintivo de la
democracia estadounidense el que la intimidad este protegida contra
la intervención del gobierno, siempre y cuando no se sea culpable de
cometer infracciones penales.
Todo lo que he descrito en este artículo, acaba con las libertades constitucionales.
Y nadie dice nada!
Se ha sugerido que la búsqueda de
terroristas en medio de todos nosotros es como buscar una aguja en un
pajar.
Si esto es verdad, entonces ciertamente no tiene sentido hacer el pajar más grande mediante la creación de medios para investigar a millones de personas. No tenemos que sacrificar la libertad para ganar la guerra contra el terrorismo o la delincuencia.
Estoy convencido de que tenemos todo el
derecho de defender nuestras libertades constitucionales.
Tenemos que hacer todos los esfuerzos para
promover y ampliar el disfrute que otorga tener privacidad, en lugar
de sacrificarnos por miedo, ansiedad o preocupación.
¿Recuerdan el
cuento del Loro?
Como ese loro, son
muchos los norteamericanos que dicen querer libertad, pero que se han
acostumbrado a su "jaula mental" y no quieren abandonarla,
prefiriendo seguir presos de sus miedos, sin hacer nada para pelear por sus derechos.