Por Aníbal E. Melo
En los pasados días, he estado reflexionando sobre la importancia de llevar a cabo una reforma migratoria en los Estados Unidos. Creo que se trata de una cuestión de suma importancia ecónomica para la nación.
Lamentablemente, el debate sobre este tema se ha reducido a: O eres un patriota o un traidor. No hay término medio, y hay muy poca lógica.
Ahora, que la economía de Estados Unidos se encuentra moribunda, es precisamente el momento de dar la bienvenida a los profesionales y empresarios más inteligentes, ambiciosos y brillantes del mundo.
En la única cosa que nuestros líderes políticos son capaces de estar de acuerdo, por unanimidad, es en cerrar aún más las fronteras del país, y pagan por ello, las empresas que necesitan de la capacidad y la importación de talentos altamente cualificados.
Y es que el momento de la batalla actual contra la inmigración no puede ser peor.
China se ha convertido en la segunda economía más grande del mundo y la India le pisa los talones para convertirse en la número tres. Sus mejores y más brillantes profesionales están perdiendo interés en venir a trabajar a los Estados Unidos.
En norteamérica, los estudiantes extranjeros de ingeniería, reciben el 60% de los doctorados, y el 40% de los inmigrantes que logran una maestría, regresan a sus países de origen.
En abril de este año, un equipo de investigación de la Universidad Berkeley de California concluyó un estudio con 264 egresados extranjeros, que habían estudiado o trabajado en los Estados Unidos y vuelto a la India y a China, a iniciar proyectos empresariales.
El estudio concluyo, que la mayoría está teniendo un éxito mayor en sus respectivos países, que lo que ellos originalmente pensaron.
La inmensa mayoría de los profesionales, regresan a sus hogares impulsados por lazos familiares y por el rápido crecimiento de las economías en sus países de origen.
Sorprendentemente, el 72% de los hindúes y el 81% de los chinos dijeron que las oportunidades para iniciar sus propios negocios eran mejores en sus patrias que en los Estados Unidos.
El 56% de los hindúes y el 59% de los chinos, dijeron que estaban disfrutando de una mejor calidad de vida.
Dada la historia de Estados Unidos, estos resultados son devastadores.
Durante las últimas cuatro décadas, los egresados de ingeniería de esos dos países, han acudido en masa a los Estados Unidos, para lanzar sus carreras. Muchos se han quedado a vivir y han iniciado importantes empresas de tecnología.
Los inmigrantes son el 12% de la población norteamericana, pero entre el 1995 y el 2005, los profesionales y empresarios extranjeros, fundaron el 52% de las nuevas empresas en Silicon Valley.
En el 2006, los extranjeros que residen en este país, contribuyeron al 26% del total de todas las patentes emitidas.
En Estados Unidos, uno de cada cuatro médicos, es nacido en el extranjero, al igual que casi la mitad de todos los científicos e ingenieros que tienen un doctorado.
Por otro lado, a pesar de toda la negatividad sobre este gran problema, varios proyectos de ley de inmigración positivos, han sido introducidos en el Congreso este año.
Entre otros, podemos mencionar la Ley de Visas, presentada por los senadores John Kerry (demócrata por Massachusetts) y Richard Lugar (R-Ind.), con metas pequeñas, pero alcanzables.
Luego tenemos la Iniciativa de Inmigración Empresarial, proyecto de ley presentado por el representante de Silicon Valley, Zoe Lofgren (demócrata por California), para tratar de solucionar los problemas con las visas de los profesionales.
Finalmente, está la Ley de Reforma Integral de Inmigración del 2011, presentada en el mes de junio, por un grupo de senadores demócratas.
Dada la intensidad del debate de inmigración, no es probable que seamos capaces de ponernos de acuerdo sobre ninguna de estas iniciativas. Nuestros líderes se centran demasiado en complacer a electores desinformados, que tienden a ser muy ruidosos y agresivos.
Que el debate sobre la inmigración haya atraido a los extremistas en medio de la peor situación económica desde la Gran Depresión no es una sorpresa.
Sin embargo, el futuro económico de los Estados Unidos depende de la forma en que nos ocupemos del tema de la inmigración ahora y, por extensión, la forma en que este país va a competir eficazmente para quedarse con los mejores y más brillantes profesionales del mundo.
Puede que no seamos capaces de ponernos de acuerdo sobre qué hacer con los 10 millones de indocumentados que viven en los Estados Unidos actualmente, hasta después de las elecciones del 2012, pero podemos enfocarnos en las áreas en las que si podamos estar de acuerdo:
- La aceleración de la emisión de tarjetas de residencia para los trabajadores legales y los profesionales que ya están en el país.
- Aprobación de la Ley DREAM., o de un visado de residencia especial para los graduados de las universidades.
Si no lo hacemos, definitivamente se le estará disparando una bala en el corazón a una economía que ya se encuentra en terapia intensiva.