Creci en la República Dominicana, en un barrio de clase media alta de la Capital. Tuve amigos que eran de Europa, Sur America y Asia.
Siempre valore la singularidad e individualidad de cada uno de ellos, porque pensaba que nuestra amistad era algo especial. Después de todo el camino de la aceptación de los demás, es amarlos por lo que son.
Cuando viaje por primera vez a este país, lo que más me fascino de Estados Unidos fue su diversidad. La vi en mi primer viaje y la abrigue. Confirme mi idea de que la gente de todas las clases sociales y de todo tipo razas, son iguales.
Hoy, viviendo en los Estados Unidos del año 2011, empiezo a ver una versión diferente de América.
El crisol de etnias, culturas y religiones de las que Estados Unidos se jactó una vez de repente se ha convertido en su "pesadilla."
Ser un inmigrante en Estados Unidos no es raro, pero en los últimos años se ha explotado como un mal social. Es un concepto corrompido por los políticos.
Cuando alguien menciona las palabras "inmigrante" o "inmigración" tiende a hacerlo con connotaciones negativas.
A veces, de forma automática se entiende que alguien es un "extranjero ilegal" sólo porque es hispano.
Creo que en esencia, esto ya ha creado una segunda clase de estadounidenses. Son por lo general los hispanos, legales o no.
Y pienso caramba! Si el problema no es tan sencillo entonces la solución no lo va a ser.
En mi opinión, hay dos cosas que necesitan ser enfrentadas en el sistema de inmigración.
La primera y más evidente que todos sabemos, es que el sistema federal de inmigración es obsoleto.
Esto es lo que permite que 50 diferentes estados promulguen 50 leyes diferentes redactadas por oportunistas con la finalidad de obtener beneficios en sus aspiraciones políticas.
En segundo lugar, hay que crear un enfoque pragmático hacia la inmigración ilegal.
Existe un estimado de 12 millones de inmigrantes indocumentados que viven en los Estados Unidos en este momento, y me resulta difícil creer que alguien en el Congreso haya abordado esta cuestión con seriedad.
El problema ha crecido tanto que es uno de los tres grandes desordenes que tiene Estados Unidos.
Mi teoría es que la falta de progreso en esta cuestión esta de alguna manera vinculada a la economía.
Todos los políticos en Washington saben que a menos que se ocupen de la economía y del déficit, serán vencidos en las urnas, por lo que creo que la inmigración está siendo rehen de ambos partidos en un intento de apaciguar a sus oponentes o para ser utilizada más tarde como chivo expiatorio.
Es por eso que el ataque a los inmigrantes por lo general lo comienzan los políticos.
Vamos a repasar algunos de los argumentos planteados por el Partido Republicano. El más florido es que "los inmigrantes ilegales le quitan empleos a los ciudadanos estadounidenses" lo que impacta sus economías.
Aunque esto puede ser verdad hasta cierto punto, creo firmemente que los inmigrantes toman trabajos que los estadounidenses tienen en baja estima..
Los trabajos que los inmigrantes ilegales toman son generalmente los que los norteamericanos no desean. No puedo hablar por todos, pero es la pura verdad.
Otro argumento planteado por los conservadores es "No amnistía porque violó la ley". Aunque este es un argumento justificable, tiene un punto débil.
Es casi imposible para los norteamericanos entender las motivaciones subyacentes que tienen millones de personas para querer venir a los Estados Unidos. La mayoría de los estadounidenses creen que es tan fácil como llenar una solicitud y esperar a que alguien la apruebe.
Sin embargo, una persona bien informada sabe que: (a) No es tan fácil, (b) Que el USCIS está atrasado por años, y (c) Que es un juego político.
Los demócratas no son necesariamente mejores.
El Dream Act aprobado por la Cámara de Representantes en diciembre del 2010, habría sido el primer paso en la reforma de inmigración. Así se nos hizo creer, sin embargo, todo fue una burla.
Hubo algunas buenas intenciones detrás del intento. Sentí la sinceridad del Senador Durbin, pero no puedo dejar de satanizar el momento en que lo hicieron.
Esperar hasta el final del Congreso, habiendo tenido dos años con la mayoría en ambas cámaras, fue casi como si se tratase de un movimiento propuesto para, expresamente, aplastar las esperanzas de ciento de miles de jovenes que solo desean ir a la universidad y servir al único país que conocen.
Parece que soy muy crudo, pero es lo que pasó. Yo sabía en el fondo que se trataba de una treta política.
A nivel federal la inmigración es un chivo expiatorio y un espectáculo.
A nivel estatal es una forma de lograr que las grandes empresas mantengan a sus empleados trabajando duro por centavos. Una nueva forma de esclavitud.
Usted puede pensar que soy absurdo y loco al decir todo esto, pero cuando un politico habla, siempre hay que leer entre líneas.
Tomemos al Estado de Georgia, por ejemplo, que se encuentra actualmente en proceso de aprobación de una ley tipo Arizona.
Al principio, las dispociones eran muy estrictas. Aún más que las de Arizona. Luego, y de repente se conviertieron en menos duras.
No podía entender el cambio, pero después de rebuscar en los artículos de noticias me di cuenta de que eran menos esctrictos para proteger la gran industria de la agricultura, y no estoy hablando exactamente de los campesinos.
Por supuesto, las grandes corporaciones siempre ganan y siempre tienen la última palabra.
Quiero creer que las grandes empresas son las culpables de las legislaciones retrogradas y odiosas, porque la idea alternativa es casi inhumana.
Pensar que un grupo de poderos legisladores, dirigentes de la mayor potencia del mundo son oportunistas y avariciosos, es casi impensable. Sin embargo, está sucediendo. Está pasando de nuevo en el 2011.
Cualquiera que sea la razón de fondo del lento progreso en materia de inmigración, tengo fe en que llegaremos a vencerla.
Se que Estados Unidos volvera a ser, como siempre, un país acogedor de los inmigrantes y encontrará la manera de hacerle frente de una vez por todas a los 12 millones de seres humanos indocumentados que ya están aquí.
La solución será pragmática. Implicará una reforma integral bipartidista, que traera muchos beneficios a la economía.
Podemos seguir sentados aquí y jugar el juego de la culpa que el Congreso ha estado jugando durante los últimos diez años, pero ese es uno en el que Estados Unidos siempre pierde.