martes, 8 de marzo de 2011

Día Internacional de la Mujer Indocumentada

Por Aníbal E. Melo 

Cada año en todo el mundo, el ''Día Internacional de la Mujer'' se celebra el 8 de marzo. Cientos de eventos ocurren no sólo en ese día, sino a lo largo de todo el mes para conmemorar los logros económicos, políticos y sociales de las mujeres, pero, no los de las indocumentadas.


En Estados Unidos, mientras se espera por una reforma migratoria integral, actualmente viven aproximadamente 4.1 millones de mujeres indocumentadas, que carecen de oportunidades económicas, que son vejadas al cruzar la frontera, mientras trabajan, e incluso en sus propios hogares. A menudo permanecen invisibles y olvidadas. Se han convertido en las víctimas silentes de un sistema de inmigración infuncional.

En Norteamérica, el discurso público omite cualquier discusión sobre las condiciones de las inmigrantes, aunque casi la mitad de la población nacida en el extranjero, cerca de 19 millones, son mujeres y niñas, entre legales e indocumentadas.

Estas mujeres, son muy diversas en términos de país de origen, edad, educación, participación en la fuerza laboral y nivel de pobreza. Laboran incansablemente junto a los hombres, y en algunos campos laborales constituyen la mayoría de los trabajadores.

Precisamente porque muchas sufren en silencio, los legisladores pueden hacerse los locos para no tener que realizar las reformas a las leyes necesarias que garanticen la eliminación de las barreras y establezcan mejores criterios de protección para ellas.

Un buen paquete de Reforma, debe incluir un camino a la legalización que tome en cuenta las contribuciones que ellas hacen. Se debe reconocer que estas mujeres necesitan oportunidades realmente independientes para solicitar su legalización (en contraposición a simplemente que se deriven de un cónyuge o de un padre).

Se debe tener en cuenta el hecho de que muchas indocumentadas que trabajan, han tenido pocas oportunidades de educación formal y de empleos. Se debe también considerar el papel que ellas desempeñan en las familias.

Sin reforma de inmigración, seguirán careciendo de oportunidades económicas, de separación familiar, y sometidas a la explotación.

Muchas indocumentadas proceden de sociedades donde la mujer carece de acceso igualitario a las oportunidades de empleo, y muchas vienen huyendo de la violencia y de la inestabilidad política.

Cuando sus maridos emigran, quedan solas y como únicas proveedoras de sus familias, en países donde las mujeres carecen de las mismas oportunidades económicas y de empleo que los hombres. Experimentan presiones externas que en muchos casos, las dejan sin opciones viables, para esperar y venir legalmente a los Estados Unidos.

Los retrasos en los trámites de inmigración crean una carga emocional y financiera adicional en ellas y en sus familias, a pesar de que en última instancia, sean elegibles para venir legalmente. Y es que el sistema de inmigración a veces separa las familias hasta por más de 20 años.

Por otro lado, las Naciones Unidas estima que el 70% de las mujeres que cruzan la frontera de forma irregular, sin cónyuges u otros familiares son sexualmente asaltadas.

Las medidas de reforma deben ser llevadas a cabo evitando revictimizarlas ya que son, junto a los niños, los inmigrantes más vulnerables.

Una vez aquí,  las familias inmigrantes necesitan dos ingresos para mantenerse. En consecuencia, no les queda otra opción que trabajar sin un permiso de trabajo, aceptando salarios muy bajos, por lo que un 13.2% gana menos que sus homólogos masculinos y un 14.4% menos que sus contrapartes femeninas que son ciudadanas.

Miles de mujeres indocumentadas proporcionan cuidados a niños, ancianos, discapacitados, y limpian los hogares estadounidenses. Son la mano de obra que alimenta esa industria de servicios, y es lo que permite que la clase media pueda trabajar en empleos lucrativos y productivos.

La falta de un estatus legal también las conduce a mayor explotación por parte de empleadores sin escrúpulos. Y aunque la mayoría de las protecciones civiles están disponibles para los inmigrantes indocumentados, el temor a la deportación impide que muchos se defiendan de la explotación, en las Cortes civiles.

Las mujeres indocumentadas, son muy vulnerables a ser sexualmente violadas, al asalto, al acoso y a la explotación por motivo de su género. En ausencia de temor de que estas no van a buscar la protección de las autoridades, muchos comerciantes abusan de ellas y estas terminan soportando los malos tratos y las condiciones deplorables en los lugares de trabajo.

Y como si fuese poco, tanto las mujeres inmigrantes legales como las indocumentadas enfrentan muchos retos relacionados con la violencia doméstica y su capacidad para obtener ayuda contra cónyuges abusivos.

Las mujeres inmigrantes cuya situación jurídica depende de un cónyuge a menudo carecen de oportunidades económicas y en consecuencia, de independencia. En muchos casos, esta dependencia económica crea una dinámica de poder y control en favor del abusador, que se aprovecha de su estatus migratorio para amenazarla con la deportación, lo que hace que le sea más difícil el acceder a recursos que les permitan dejar la relación abusiva.

Creo que cualquier esfuerzo de reforma de inmigración debe tener en cuenta a la mujer y sus contribuciones a la sociedad norteamericana. Estas necesitan de un verdadero acceso a nuevas oportunidades.

Por otra parte, la legislación de una reforma integral de inmigración, debe incluir un lenguaje de género neutro, que garantice que las mujeres inmigrantes realmente se beneficien de la misma, en igual medida que los hombres.

Espero que el 8 de Marzo del 2013, podamos celebrar un ''Día Internacional de la Mujer'' diferente. No uno en que parte de las homenajeadas tengan que esconderse, sino uno que todas celebren a plena luz del sol.