Aníbal E. Melo
http://www.AnibalMelo.com
AnibalMelo@yahoo.com
Sobre este intercambio de prisioneros
negociado entre los Estados Unidos y los Talibanes de Afganistán el
país esta dividido en dos bandos.
Por un lado, estan los que condenan al
Gobierno de Obama por "negociar con terroristas".
Por el otro, los que lo alabamos por
asegurarse de que "ningún soldado sea dejado atrás en el campo
de batalla".
La historia "simple", es que
Obama ha intercambiado 5 terroristas detenidos en Guantánamo por un
miembro del Ejército de los Estados Unidos, el Sargento Bowe
Bergdahl, que estuvo en manos de los talibanes por cinco largos años.
La verdad es que todo el que dice que
esa fue una decisión simple para el Presidente, debe probablemente
estar impulsado por intereses políticos, o desconoce la historia y los detalles de
los credos militares.
El intercambio de los Prisioneros de
Guerra implica muchas cuestiones jurídicas, militares y
diplomáticas, y aquí, voy a tratar sobre puntos que creo, son el
corazón de este caso:
Después del 9/11, el Presidente George
W. Bush dejó muy en claro que la respuesta norteamericana en esta
guerra sería diferente al pasado.
"Este va a ser un tipo diferente
de conflicto, es otro tipo de enemigo, uno sin campos de
batalla", dijo en un discurso por radio el 15 de septiembre del
2001.
Entre las razones que hacían que este
enfrentamiento fuese diferente era que sería una guerra no contra un
Estado extranjero, sino contra una facción de dirigentes afganos -
los Talibanes - que daban apoyo material a la organización
terrorista Al-Qaeda.
El Talibán controlaba cerca del 90%
del territorio de Afganistán y en 1996 se proclamó como el gobierno
de turno y a su fundador, el Mulá Mohammed Omar, como el líder.
Se cambió el nombre del país al de
"Emirato Islámico de Afganistán", y se estableció una
red de Shuras - u organismos consultivos que buscaban la
participación de los líderes tribales, los comandantes militares y
los clérigos.
Se nombró un Gabinete, y se organizo
el Servicio de Seguridad y el militar. También nombraron
Gobernadores y Administradores de ciudades y pueblos.
En otras palabras, tenían las
características de un Gobierno formal, lo que les permitió ser reconocidos como el oficial por la comunidad internacional.
Después de su derrocamiento en el 2001, sólo tres estados - Pakistán, Arabia Saudita y los
Emiratos Árabes Unidos - siguieron reconociendo a los talibanes
como el Gobierno legítimo de Afganistán.
El "Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas" exigió entonces que los Talibanes siguiesen
los dictados de los tratados de lucha contra el terrorismo y el
reconocimiento de los derechos humanos, en particular los de las
mujeres.
Estados Unidos proclamó que un
compromiso de este tipo requeriría que los talibanes entregasen a
Osama bin Laden, líder de Al-Qaeda.
Los talibanes no cumplierón, ni
siquiera luego de los ataques del 9/11, por lo que algunos "expertos"
en contraterrorismo declararon que no había diferencia entre ellos y Al-Qaeda.
Sin embargo, la determinación de que
los dos grupos eran iguales bajo la ley internacional estaba lejos de
ser la verdad absoluta.
En un Memorandum preparado en Enero del
2002, el entonces Secretario de Estado Colin Powell defendió la
distinción entre los miembros de Al-Qaeda y los Talibanes a la hora
de aplicarse los términos de la "Convención de Ginebra"
sobre el trato a los "prisioneros de guerra".
Powell escribió:
"El otorgar a los detenidos de Al-Qaeda la clasificación de prisioneros de guerra es un absoluto NO. Los miembros de ese grupo son terroristas, y elementos criminales sin conexión legal a las reglas de la comunidad internacional".
"El otorgar a los detenidos de Al-Qaeda la clasificación de prisioneros de guerra es un absoluto NO. Los miembros de ese grupo son terroristas, y elementos criminales sin conexión legal a las reglas de la comunidad internacional".
Pero por otro lado, escribió:
"El estatus de los Talibanes es mucho más complejo, y su posible designación como prisioneros de guerra debe determinarse caso por caso".
"El estatus de los Talibanes es mucho más complejo, y su posible designación como prisioneros de guerra debe determinarse caso por caso".
Al hacer esta distinción - posición
adoptada por Bush - Estados Unidos estaría preservando su
capacidad de argumentar de manera creíble que sus soldados capturados son prisioneros de guerra.
La recomendación, Powell escribió:
"Preserva el estatus de Prisioneros de Guerra para los miembros de nuestras fuerzas armadas ... y en general apoya el objetivo de garantizar que se nos conceda protección en virtud de los Convenios de Ginebra".
"Preserva el estatus de Prisioneros de Guerra para los miembros de nuestras fuerzas armadas ... y en general apoya el objetivo de garantizar que se nos conceda protección en virtud de los Convenios de Ginebra".
Así, el Gobierno estadounidense resguardó el derecho legítimo de poder reclamar que sus soldados
capturados por los Talibanes, como en el caso de Bergdahl, eran
Prisioneros de Guerra.
Normalmente, el "intercambio de
prisioneros" se negocia sobre una base "ad hoc" en las
guerras convencionales, pero el contexto de la "oferta entre
Gobiernos" no estába disponible en la Guerra contra Afganistán.
Pero no permitir negociaciones con los
Talibanes, expondría a que todas las fuerzas estadounidenses
capturadas, cayesen en un "limbo legal",
en virtud del cual la única solución sería arriesgar más soldados en lo que podría ser un intento de rescate por la fuerza infructuoso.
El hecho de que 6 soldados murieron en
los esfuerzos para encontrar a Bergdahl, plantea claramente la
cuestión de cuántos soldados estadounidenses tienen que perder la
vida por causa de las complejidades jurídicas creadas por la
naturaleza de esa guerra.
Y es que se espera que todo el personal militar de los Estados Unidos viva con arreglo a las
normas establecidas por el "Credo Del Soldado", una
colección de 13 frases que se consideran tan importantes que tienen
que ser aprendidas por cualquier soldado que busca un ascenso al
rango de Sargento o superior.
Ese Credo es recitado a menudo: Los
soldados de pie, en posición de firmes en honor a su significado.
A diferencia de otros juramentos, éste
es seguido por oficiales y alistados por igual.
En este contexto, las siguientes
palabras son importantes: "Nunca abandonaré a un compañero
caído".
Este Credo se ha cumplido
sistemáticamente en todas las guerras.
Todos los soldados lo esperan asi,
seguidos de todos los niveles del liderazgo militar, incluyendo al
Comandante en Jefe y Presidente.
Es por esto que, incluso después de
que se cree que un soldado ha sido asesinado posteriormente a su
captura, se continua poniendo en riesgo las vidas de otros,
y la búsqueda no se detiene hasta que restos mortales sean
descubiertos.
El concepto de traer a casa a los
soldados estadounidenses se considera tan importante que el ejército
mantiene una unidad conocida como "Comando Conjunto de
Contabilidad POW/MIA", que se encarga de la identificación de
los restos de los soldados desaparecidos y traerlos de regreso.
Durante todo lo largo de la historia de
América, se ha honrado ese compromiso, o con el rescate armado o
con negociaciones.
No es eso ya aplicable?
En otras palabras, debe decirseles a
los soldados que, debido a que no se está luchando contra un enemigo
tradicional, sólo pueden ser rescatados?
Algunos políticos están diciendo que
habrían utilizado la fuerza militar para salvar a Bergdahl, pero eso
es ingenuo.
Todos los esfuerzos para encontrarlo
fracasaron, y su rastro se había enfriado.
¿Qué otra cosa, podrían haber hecho los
militares?
No hay dudas de que, al insistir en que
los Estados Unidos nunca debe negociar con un determinado tipo de
enemigo, el Gobierno estaría abandonando el compromiso implícito en
el "Credo del Soldado".
Eso es ciertamente una opción, es
decir, que el "camarada caído" se JODA (siempre que no
seas TU, ni tu hijo, ni tu padre o conyuge, etc).
Pienso que a los soldados no se les
debe enviar a la guerra engañados en la creencia de que van a ser
protegidos por su país.
Durante la Administración
Bush, los abogados que crearon las políticas relacionadas con el
trato con los Talibanes se remontaban a menudo a los finales del
Siglo 18 y al tema de los Piratas del Norte de África.
Esos grupos criminales no eran
Gobiernos, aunque luego con el tesoro de los buques mercantes y con el
dinero de los rescates, muchos se convirtieron en
gobernantes.
Y es que después de alcanzar la
independencia, Estados Unidos asumió las responsabilidades de
proteger a sus propios barcos de los piratas, un deber que
previamente había sido manejado por los británicos y, en algunas
circunstancias, por los franceses.
En 1784, el Congreso destinó unos
80,000 dólares para las gentes de Berbería, con la esperanza de que
esto protegería a los buques americanos de los piratas de esa
región.
Pero en los años siguientes, los
Argelinos capturaron dos buques estadounidenses y exigieron un
rescate de US$60,000.
Thomas Jefferson, entonces embajador en
Francia, se opuso vehementemente a pagar, pero George Washington en
nombre del Gobierno estadounidense realizó negociaciones de rescate
con las naciones que en ese entonces se dedicaban a esa forma de
terrorismo.
De hecho, sólo en 1795, Estados Unidos
pagó más de $1 millón en efectivo y activos por sus marineros
secuestrados.
Cuando Jefferson asumió la
presidencia, se negó a pagar más, una decisión que en última
instancia condujo a la guerra con los Estados de Berbería.
Finalmente, durante su mandato, un
Tratado puso fin al conflicto, mismo que incluía el pago de $60,000
para el gobierno Argel por cada rehén estadounidense liberado.
Incluso los fundadores del país
lucharon con el conflicto de negarse a negociar con criminales.
Esa es la circunstancia en la historia
de Estados Unidos, más cercana a la presentada por la guerra con
Afganistán, y demuestra que simplemente no hay respuestas fáciles.
Y es que los absolutismos pueden entrar
en conflicto con otros valores estadounidenses.
Otros países han enfrentado el mismo
conflicto y con frecuencia han adoptado la estrategia de la
negociación.
Por ejemplo:
El Imperio Británico le negó el
estatus de Prisioneros de Guerra a los Colonos capturados durante la
Revolución Americana.
Aún así, las dos partes negociaron
muchos intercambios de prisioneros, incluso de americanos que los
británicos habían designado como traidores.
Lo mismo puede decirse de Israel.
En el 2011, la nación judía llegó a
un acuerdo negociado con Hamas - grupo designado como organización
terrorista - para liberar a 1,027 presos, entre ellos muchos
terroristas, a cambio de un solo soldado israelí.
El acuerdo supuso el mayor intercambio
de prisioneros jamás acordado por Israel.
La lección?
El Gobierno de Obama está lejos de ser
el primer gobierno - ya sea americano o no -, que se ha decidido a
negociar con personas que no reconoce como constitutivas de gobiernos
legítimos, o incluso con grupos identificados como terroristas.
Mientras eso no facilita una
justificación absoluta para hacerlo, destaca que esas decisiones han
sido, a lo largo de la historia, más compleja de lo que los
absolutistas eligen creer.
Y si bien el propio Bergdahl es una
figura controvertida, ya que sus críticos sostienen que es un
desertor – lo que es irrelevante para el tema en cuestión -, los
Estados Unidos no puede abandonar a sus soldados por culpa de la
existencia de "sospechas" de mala conducta.
Todo soldado debe ser castigado por
actos impropios - si los hay – bajo lo que establecen los
procedimientos legales que gobiernan las fuerzas militares
estadounidenses.
Bienvenido a casa Bergdahl!