Por Aníbal E. Melo
El Presidente Obama nunca ha tenido reparos en alabar a Abraham
Lincoln.
Lo ha declarado como su Presidente preferido.
Lo cita regularmente en sus discursos, e incluso publicó un ensayo sobre Gettysburg.
Lo cita regularmente en sus discursos, e incluso publicó un ensayo sobre Gettysburg.
Esta admiración parece adecuada con todas las similitudes
que comparten: Ambos fueron legisladores de Illinois, y ambos tomaron sus cargos
en un momento de crisis nacional.
En su discurso de aceptacion en el 2008, Obama dijo:
"Como dijo Lincoln a una nación mucho más dividida que
la nuestra: No somos enemigos, sino amigos ... Aunque las pasiones nos hayan
puesto bajo tensión, no debemos romper nuestros lazos de afecto".
El optimismo fue abundante en el 2008, cuando nuestra
nación se unió para elegir al primer Presidente negro.
Ahora estamos divididos, seguro, pero como dice Obama,
mucho menos divididos que en tiempos de Lincoln.
Podemos no estar en medio de una Guerra Civil, pero algunos
como Trump, nos quieren hacer sentir que si lo estamos.
Los estadounidenses están cada vez más pesimistas sobre poder
conseguir cualquier cosa positiva en sus vidas.
Una Encuesta del 2014 del Pew reveló que el 81% de la
gente piensa que estamos más divididos hoy en día que lo que lo estábamos en el
pasado, en comparacion con sólo el 46% cuando Obama llegó al poder hace 8 años.
Y obviamente, debido al hecho de que El Congreso no puede
hacer nada positivo, a creado una población muy cínica, y sí sigue dominado por
los Republicanos, es muy probable que todo empeore.
Naturalmente, siempre ha habido división política, y
siempre la habrá, ese es el resultado de vivir en Democracia.
Pero la Democracia también trata de compromisos, y en los
últimos años, esa palabra ha sido retirada del léxico de Washington.
La división se ha convertido en una enfermedad debilitante
para esta sociedad, y el racismo y el radicalismo son los sintomas principales.
Es como la difusión de un cáncer que hace metástasis
rápidamente y destruye el cuerpo del país.
Durante la época de Lincoln, el racismo y la esclavitud
eran cuestiones divisoras claras.
Y hoy en día, con un hombre negro en la Oficina
Presidencial, los prejuicios raciales, han regresado al mundo político, y se han
hecho más visibles.
Como Obama ha dicho, el racismo está "profundamente
arraigado en nuestra sociedad, (y) muy arraigado en nuestra historia."
Los acontecimientos recientes en Missouri, Florida, la
ciudad de Nueva York, Lousiana y Dallas han dejado ver la intolerancia que
permanece incrustada en el sistema de justicia.
Incluso en una ciudad progresista como Nueva York, la
discriminación racial existe.
Pero las protestas de la gente están exigiendo cambios.
Las Prisiones de Estados Unidos proporcionan las
estadísticas más claras de la división racial, con la mayoría de los presos siendo
hombres de raza negra o hispanos, a pesar de que son minorías en la población.
Eso en sí mismo muestra la división racial sistémica que
existe en el Sistema de Justicia de Estados Unidos.
Y mientras que el racismo en el ámbito de la Justicia se
ha convertido en un problema cada vez más preocupante, el racismo en general, sigue siendo
increíblemente relevante.
En una Encuesta denominada “Examen Social General”, que
se ha llevado a cabo en Estados Unidos desde el 1972, se ha documentado la
cantidad decreciente del racismo en los últimos años.
Pero algunas de las estadísticas muestran que queda un
grado sorprendentemente alto.
Por ejemplo, desde el 2008, el 28% de los blancos opina que
un propietario no debería tener que vender su casa a una persona negra; que el 25%
de los blancos no sería feliz si un miembro de su familia se casa con un negro;
y que el 42% de los blancos dice que son más trabajadores que los negros.
Así que por supuesto, algunas de esas personas de raza
blanca podría tener algun problema con un hombre negro si este se les acerca.
Todavía existe mucho racismo, a pesar de que ha disminuido
en las últimas décadas.
Pero aún más extendida es la tendencia racial subconsciente,
lo que puede dar forma a los comportamientos racistas de algunas personas que
no son concientes de ello.
Estudios demuestran que los prejuicios raciales son muy
astutos y pueden ser muy bien escondidos.
Incluso si alguien no es consciente de sus prejuicios, su
subconsciente puede actuar de manera que sus sesgos sean difíciles de detectar.
Sin darse cuenta, mucha gente puede criticar a un negro, con
mayor dureza que si él o ella fuese blanco.
Casi todos los “golpes bajos” que ha sufrido el actual
Presidente, y que hemos visto a lo largo de su Presidencia lo afirman.
"Nació en Kenia!"; "Él es un musulmán!";
"La Acción afirmativa le permitió graduarse de la Universidad!"
Esos son todos, ya sea que los críticos quieran admitirlo o
no, ataques raciales exclusivos para el actual Presidente negro.
Suponer que un hombre negro no puede graduarse de Harvard
sin Acción Afirmativa, o que él es musulmán por el color de su piel, es racismo,
lo que es por desgracia muy prevalente en la política actual.
Afortunadamente, no todas las personas que llevan a cabo
dichos ataques, son racistas.
Una gran parte simplemente tiene que ver con diferencias
ideologícas y políticas reales, lo que no es nada nuevo.
Desde que Thomas Jefferson y Alexander Hamilton se
enfrentaron en el Gabinete de George Washington, ha habido desacuerdos
constantes sobre el propósito del Gobierno Federal.
Hamilton creia en un Gobierno centralizado y fuerte que
jugase un papel importante en la economía, mientras que Jefferson despreciaba a
Hamilton y el Gobierno centralizado que se había formado bajo Washington.
Es una vieja batalla entre tener un Gobierno descentralizada
o no, y aunque mucho más compleja ahora, ha existido desde entonces.
Hoy, como en otras épocas, ese desacuerdo fundamental se ha
convertido en cada vez más volátil.
Y es que la radicalización de la derecha ha jugado un papel
fundamental en el aumento de esa división.
Los movimientos políticos demagogos, dirigidos por personas como
Donald Trump, han infectado la conversación y el humor nacional como un virus
que corroe la solidaridad que una vez tuvimos.
Lo que hace esa filosofía tan radical y peligrosa es su
atractivo.
Trump propaga una ideología
muy interesante en papel, ya que supuestamente, proporciona mayor
responsabilidad a la gente y elimina la burocracia del Gobierno de nuestras
vidas.
Ese individualismo hace que sea especialmente atractivo
para muchos estadounidenses, ya que parecen estar adoctrinados por el libre Mercado.
Los radicales de derecho, ahora asociados con Trump, han
contribuido a hacer del 113º Congreso uno de los peores en la historia.
Y si ganan las próximas elecciones, están llamados a ser
aún más radicales.
Trump cree que el salario mínimo de hoy es demasiado alto, y
va a ayudar a llevar gente al Congreso que empuje al sistema político más hacia
la derecha.
Maestro de la propaganda, Trump ha atraído a muchos con
sus ideas de un pasado estadounidense ideal, y con la creación de un Estados
Unidos con barrios blancos y de personas ricas, como base del imperialismo
estadounidense.
Pero la verdadera piedra angular de su filosofía es una
fe casi religiosa en el totalitarismo, violencia, burla y demagogia, lo que a la gente parece
importarle menos que sus puntos de vista sociales.
La popularidad de Trump ha creado un Movimiento nacional
que ha infiltrado gran parte del Partido Republicano, y lo ha impregnado de una
nueva filosofía racista y xenofoba, lo que habría sido impensable antes de la
llegada de Obama en el 2008.
Al abrazar una ideología que cree en el nacionalismo a
ultranza, el capitalismo salvaje y la autoregulación, la derecha ha renunciado
a abrigar los ideales del bienestar social y la regulación de las empresas, ideas
que dominaron el pensamiento de la Clase Media norteamericana durante el Siglo
XX.
Este cambio, que ha forzado al establecimiento del GOP y lo
ha radicalizado, ha convencido a muchas personas en este país de que el
Presidente Obama y los Demócratas son una especie de radicales de izquierda,
aunque en realidad, son bastante centristas.
Lo preocupante es que el Racismo y el Radicalismo han
conquistado innumerables mentes americanas a travez de Trump, y el pueblo elige
a sus políticos en consecuencia.
Trump juega con las emociones desafortunadas y más bajas que
existen en los seres humanos.
Y él, es el resultado predecible de una reacción equivocada
del liderazgo Republicano a la Presidencia de Obama desde el primer día.
Al igual que en la época de Lincoln, los desacuerdos
fundamentales de hoy no dejan lugar para los compromisos, lo que se ha
reflejado en crear un Congreso inoperante.
Esta combinación de racismo y radicalismo ha creado tal
estrechez mental que cualquier cosa que pudiese representar a Obama es demonizada
de forma sistemática, incluso si se trata de una persona blanca como Hillary
Clinton,
Los republicanos se han convertido en el Partido de la exclusión
a través de una visión miope de la vida.
Donald Trump, representa una especie de último intento de querer salvar al GOP abrazando todas las emociones desagradables e irracionales que
este país tanto ha luchado por librarse.
Y parece que funciona.
La brecha económica actual que vemos entre el 1% y el resto
de la gente está directamente relacionada con esa división política.
Uno podría pensar, que el 99 por ciento se va a unir para
luchar por igualdad y justicia.
Pero afortunadamente para los del 1%, las personas de clase
media y los pobres están completamente divididos y consumidos por cuestiones
sociales, raza e ideología.
El Racismo y la xenofobia mantienen a muchas personas pobres
y de clase media contra Obama y los inmigrantes, mientras que el dogma del
mercado libre los convence de aceptar una supuesta Reforma Social realizada por
un billonario que ama el dinero, la desregulación y la reducción de impuestos
para los más poderosos.
Y a menos que gane Hillary Clinton en Noviembre, y se
frene el crecimiento tanto del racismo, como del radicalismo, parece que esta
democracia se degradara lentamente en una especie de deformidad plutocrática, lo
que no sólo nos divide políticamente, sino que también fomenta la formación de
una nación de Ricos o Pobres, con una Clase Media existiendo sólo en un recuerdo
pasado desvanecido.