Por Anibal E. Melo
Los opositores de la reforma integral de inmigración argumentan sistemáticamente que necesitamos una frontera totalmente segura antes de que se pueda reformar las leyes de inmigración. Irónicamente, el mantra de la frase "seguridad fronteriza primero" es realmente frustrar los progresos de una verdadera seguridad nacional.
El argumento para retrasar una reforma amplia de inmigración hasta que la frontera sea segura se basa en los siguientes dudosos supuestos:
Las normas que implican el "control absoluto" de la frontera es realista y alcanzable.
El público estadounidense va a rechazar las reformas legislativas a menos que la frontera este totalmente asegurada.
La administración no ha demostrado el compromiso adecuado para la vigilancia fronteriza y justificar las reformas amplias.
Las evidencias contradicen cada uno de esos puntos, por lo que ya es hora de dejar de lado esta expresión y empezar a trabajar en soluciones integrales para arreglar el sistema.
Algunos legisladores han sugerido que nada menos que "el control total de nuestras fronteras, asi, como los puertos de entrada" será suficiente para declarar nuestras fronteras seguras. Pero ningún experto serio cree que es posible sellar hermeticamente las mismas.
La definición de "control operacional" aprobada en el 2006 por el Congreso pone el listón en un nivel inalcanzable: "Prevención de todas las entradas ilegales a los Estados Unidos, incluyendo las entradas de terroristas, extranjeros ilegales, instrumentos de terrorismo, narcóticos y otros tipos de contrabandos."
Sin embargo, incluso la interpretación actual de la Patrulla Fronteriza de este estándar poco realista no contempla una pared impermeable.
La Patrulla Fronteriza tiene la capacidad de detectar, identificar, clasificar y luego responder y resolver las entradas ilegales a lo largo de las fronteras de los Estados Unidos.
Pero, como explica la Secretaria de Seguridad, Janet Napolitano, esa definición de control operativo, "no se corresponde con la infraestructura, la tecnología y todas las otras cosas que suceden en la frontera."
La seguridad fronteriza es mucho más que la creación de barreras.
Implica una serie de controles superpuestos que ayuden a regular los flujos de bienes y personas de una manera ordenada evitando al mismo tiempo a los que entran con la intencion de hacer daño.
Los controles incluyen una combinación de herramientas de inteligencia, barreras físicas, personal y capacidad virtual de detección en los puertos de entrada.
También incluyen el establecimiento de canales reales de reglamentación que puedan regular a los participantes legítimos en el sistema legal y el restablecimiento del Estado de Derecho en nuestro mercado de trabajo para hacer frente a la actual población indocumentada.
La evaluación de la "seguridad fronteriza", por lo tanto, no puede y no debe medirse contra un estándar de control total.
Ni siquiera el muro de Berlín, con su patrullaje constante, torres de ametralladoras, relativamente pequeña longitud, y ubicación urbana pudo evitar las fugas.
La seguridad fronteriza y el control operacional se debe medir en términos de gestión de riesgos.
Pienso que la pregunta debería ser: ¿Hemos implementado un conjunto adecuado de políticas y desplegado un conjunto adecuado de herramientas para minimizar los riesgos y maximizar el control en un entorno con retos en constante evolución?
Como dijo recientemente el ex-Secretario Michael Chertoff: "Se puede, dependiendo de donde usted está en la frontera, utilizar una serie de herramientas con el fin de minimizar el flujo. ¿Va a ser un sello absoluto? No. Pero sí se puede lograr controlar los riesgos en cuestión con variadas herramientas."
Por otra parte, Chertoff, Tom Ridge y Janet Napolitano, las únicas tres personas que han servido como Secretarios de Seguridad Nacional, concluyeron en un evento en honor al octavo aniversario de la creación del Departamento de Seguridad Interna, que una "labor extraordinaria ha sido hecha en el fortalecimiento de las fronteras, pero conseguir una frontera totalmente hermética es imposible. Más duradero y eficaz es la revisión de nuestro sistema legal de inmigración."
Ridge señaló que: "En algún momento, tienes que decirte a ti mismo, no vamos a deportar a 12 millones de personas. Busquemos, ahora una manera de legitimar su situación, creando un nuevo sistema. Creo que va a añadir más a la seguridad que cualquier cantidad de vallas que podamos poner en la frontera sur. "
Mientras seguimos luchando por un mejor control de las fronteras, no podemos permitir que lo perfecto sea enemigo de lo bueno. Es hora de dar el siguiente paso en cuanto a seguridad: Una reforma significativa de las leyes de inmigración.
Por otro lado, el público estadounidense tiene hambre de alcanzar una solución, sin duda frustrados con el tema de la inmigración ilegal. Todo el mundo quiere una frontera segura. Pero los estadounidenses también son realistas, y están pidiendo soluciones pragmáticas, no tópicos vacíos como el de "seguridad primero las fronteras."
Los signos de pragmatismo bipartidista sobre esta cuestión están en todas partes excepto en los pasillos del Congreso.
Desde hace años, prácticamente todas las encuestas muestran que una fuerte mayoría de estadounidenses apoyan, una ofensiva contra los empleadores ilegales y el registro de los inmigrantes indocumentados que no tengan antecedentes penales y paguen impuestos.
Es revelador que, tanto el fortalecimiento de la frontera, como el hacer frente a la población de indocumentados cuenta con apoyo significativamente mayor que solamente hacer una sóla cosa.
En febrero pasado, una encuesta conservadora, destacó que los residentes de Idaho ven como un problema el asunto de la inmigración ilegal y que apoyan una legislación de aplicación estricta.
Pero el más alto nivel de apoyo (73%) fue en favor de un programa que permita que los inmigrantes indocumentados permanezcan permanentemente en los Estados Unidos.
Utah, uno de los estados más conservadores del país, es otro caso.
Lidiando con una legislación para hacer frente a la inmigración ilegal se les hizo evidente que el enfoque de aplicación tipo Arizona es insuficiente. Los legisladores estatales republicanos de Utah finalmente aprobaron un paquete de duras medidas de ejecución el 15 de marzo, excesivamente duras y equivocadas en mi opinión, pero también creó un programa para que los residentes indocumentados del estado entren a la legalidad.
Esa legislación es muy deficiente en una variedad de frentes, y en última instancia, sólo el Congreso Federal puede resolver estos problemas. Sin embargo, reforzó la necesidad de una solución práctica a través de una declaración ideológica.
Hemos tenido casi un año para reflexionar sobre el enfoque de Arizona y ahora los conservadores buscan moverse en una dirección más constructiva.
Dos estados altamente conservadores, Idaho y Utah, han dado una señal firme de apoyo a un enfoque más pragmático, haciéndose eco de las encuestas de opinión pública sobre este tema en los últimos cuatro años.
El argumento final de la gente que apoya la "seguridad en la frontera primero" es que el Presidente Obama ha demostrado una falta de compromiso con las fronteras, misma que socava la confianza pública a los cambios en la ley de inmigración.
Los números nos dicen una historia diferente.
En los últimos dos años se han deportado a más de 779,000 personas, lo que supone un incremento del 18 % desde los últimos dos ejercicios del Presidente George W. Bush.
No sólo eso, la presente administración sigue trabajando agresivamente en la implementación de una serie de programas polémicos como el 287(g) y Comunidades Seguras, cuyos objetivos son dar funciones específicas de inmigración a los agentes del orden publico. Comunidades Seguras se ha expandido de 14 jurisdicciones en el 2008 a más de 1000 hoy en día.
Y lo que es más, ICE ha intensificado sus esfuerzos de control de la mano de obra indocumentada, a niveles sin precedentes.
ICE ha acusado a 180 empresas de violaciónes penales relacionadas con la contratación ilegal en el año fiscal 2010 y ha llevado a cabo más de 2,200 auditorías. Las auditorías han dado como resultado multas por el orden de los $43 millones.
Creo que muchas de estas estrategias de aplicación deben auditarse a fondo y darsele un seguimiento cuidadoso.
Por desgracia, con demasiada frecuencia la ejecución de estos esfuerzos es contraproducente e inflige daños y sufrimientos innecesarios.
A pesar de los intentos admirables de dar prioridad a las amenazas graves, cientos de miles de familias trabajadoras han sido destrozadas. Los efectos económicos y humanitarios de estas rupturas son muy graves. Sin embargo, estos esfuerzos desmienten la afirmación de que este Gobierno no esta profundamente comprometido con la ley y la seguridad fronteriza.
Las fronteras de Estados Unidos, estan fortificadas, con una infraestructura y un personal como nunca antes.
Ahora se gasta $17 mil millones al año en materia de inmigración y seguridad fronteriza.
Sin embargo, nuestro sistema sigue estando obsoleto a pesar del aumento masivo de las actividades de control.
Más del 5 por ciento de nuestra fuerza laboral es indocumentada. Cientos de miles de personas siguen entrando a los Estados Unidos sin autorización. Y nuestro presupuesto de ejecución continuará drenando las arcas de la nación sin apreciable mejora de la integridad del sistema hasta que el Congreso actue a la altura de sus responsabilidades y promulgue reformas fundamentales.