Por Aníbal E. Melo
En esencia, el bien común significa lo que nos pertenece a todos, y las muchas maneras en que trabajamos juntos utilizando esos activos para construir una sociedad mejor.
Esto incluye el aire, el agua, los espacios y servicios públicos, el Internet y las ondas de radio, el sistema legal justo, el conocimiento científico, la biodiversidad, la libertad religiosa, el idioma, las tradiciones, la moda, la gastronomía y mucho más.
En conjunto, representan una gran
herencia legada por igual a todos los seres humanos y que, si se usan
con prudencia, podrán ser utilizadas por las generaciones
futuras.
Por desgracia, estas riquezas han sido secuestradas en nombre de la eficiencia económica y la competitividad global.
Por desgracia, estas riquezas han sido secuestradas en nombre de la eficiencia económica y la competitividad global.
En la medida que la disparidad entre
los individuos más ricos del mundo y todos los demás crece, un
rescate masivo de los bienes comunes está ocurriendo en el mundo.
A través de programas tales como la
privatización, la apropiación de tierras, los derechos de autor
excesivos, las reclamaciones de patentes, la globalización
neocolonial y la destrucción de los servicios del gobierno, hemos
estado perdiendo lo que es de todos.
Estas políticas radicales inflingen
dolor económico, disminuyen el mundo natural, nuestro sentido de
comunidad y la posibilidad de participar en las decisiones que
afectan nuestro futuro.
Por supuesto, esto no es nada nuevo.
Por supuesto, esto no es nada nuevo.
Ha estado sucediendo desde que los
señores feudales en los bosques de Europa se adueñaron de las
tierras de pastoreo, lo que ayudó a sentar las bases para la
brutalidad de la Revolución Industrial y las invasiones coloniales.
El asalto a las tierras comunales se
intensificó en los últimos treinta años, debido al aumento de la
ideología de mercado como fuerza irresistible de la política
internacional.
Pero no todo está perdido.
Todavía podemos tomar ventaja de los
bienes comunes cada día, desde el agua de la llave que utilizamos
para lavarnos los dientes por la mañana hasta los cuentos de hadas
que les contamos a nuestros hijos a la hora de acostarse.
No tenemos más remedio que redoblar
los esfuerzos para salvaguardar los bienes comunes en sus múltiples
formas, desde los servicios públicos esenciales en nuestras
comunidades, hasta el espíritu de cooperación en nuestras vidas
cotidianas.
En la medida que el conocimiento de lo que pertenece a todos nosotros crece, los bienes comunes se van convirtiendo tanto en una crítica y una estrategia para desafiar el dominio del mercado basado en buenos valores a todos los niveles de la sociedad.
Aunque es un concepto nuevo para muchos, lo común ha regido como principio central de organización de las sociedades indígenas, de las comunidades campesinas y de muchos países industriales avanzados.
Las democracias, deben siempre
incorporar el principio de que las necesidades básicas como
alimentación, vivienda, salud, cuidado infantil, educación,
transporte, entrenamiento de trabajo, vacaciones pagadas, justicia,
vejez confortable, y dignidad, no deben ser inalcanzables.
La sociedad estadounidense se ha apoyado en esas ideas desde el principio.
Los "Regalos de la naturaleza, son bienes comunes de la raza humana", declaró Thomas Paine.
La "Ordenanza de Tierras" del 1785, elaborada por el "Comité del Congreso Continental" que incluyo a Thomas Jefferson, estableció un modelo de cooperación que le dedicó una sección de kilómetros cuadrados en cada municipio a ser propiedad común para ser utilizados para crear escuelas públicas.
La "Legislación del New Deal," se basó en la creencia de que es una meta de todos el ayudar a millones de familias a convertirse en clase media.
En incontables ocasiones, sin embargo,
estos beneficios han sido negados a los afroamericanos, latinos e
indios americanos.
La reparación de la injusticia racial y económica de muchos años sigue siendo uno de los temas centrales del activismo hoy día.
Aunque rara vez se artículan de forma distinta, como cuando los ideales de los bienes comunes inspiran avances claves, que van desde las mejoras en la salud pública y la reforma respecto de las ganancias de las familias trabajadoras, los logros de los sindicatos y los del movimiento social de la década del 1960.
Todas estas historias de éxito refutan
las afirmaciones de que el individualismo representa el progreso de
Estados Unidos.
Creo que el impulso del nuevo enfoque en todo lo que compartimos, dará base para forjar estrategias y políticas que ganarán los corazones de la mayoria de los estadounidenses.
Hasta la recesión del 2008, un gran
número de personas creyó en el mantra del libre mercado
desregulado.
Ahora, de repente, todos compartimos los parques, las bibliotecas, el transporte, las escuelas públicas, la red de seguridad social y el sentido de comunidad.
Ahora, más estadounidenses entienden que es una locura que las horas de las bibliotecas sean reducidas en la medida que un creciente número de personas no pueden pagar servicios de Internet, suscripciones a revistas o comprar libros.
Es ridículo que las tarifas del transporte aumenten y se acorten las rutas cuando es más difícil para algunas personas el adquirir un vehículo o pagar por el combustible, sin decir que estámos más claros que nunca en que las emisiones de automóviles afectan el clima mundial.
Es criminal que los programas de ayuda a los pobres, tanto del gobierno como de la sociedad civil, esten luchando para recaudar dinero cuando mucha más gente ahora depende de ellos.
La cultura de compartir en línea promovida por el internet, ha provocado la aparición de un nuevo movimiento que defiende los bienes comunes como una herencia preciosa que debemos resguardar y ve al mundo de forma diferente.
"Somos el 99 %," en realidad
es un movimiento de movimientos.
Como persona preocupada por problemas aparentemente distintos como el acceso equitativo al internet, la desigualdad económica, el medio ambiente, la creciente falta de democrática, la falta de una reforma justa de las leyes de inmigracion y el desempleo, se lo que este movimiento tiene en común.
El número de personas que se
identifican como "gente común" es aún pequeño y, sin
embargo el movimiento "Somos el 99 %," ya tiene alcance
global, con ciudadanos de mas de 100 naciones protestando y
manifestandose en las calles.
Pienso que el foro social mundial ya lanzó un llamamiento a todos los ciudadanos del mundo para profundizar en la noción de los bienes comunes.
Hasta ahora, los ideales de los bienes
comunes parecian más atractivos para la gente de las naciones en
desarrollo y de las democracias sociales, donde el individualismo y
la mentalidad de mercado no estan tan arraigadas como en los Estados
Unidos.
Pero la implosión financiera del 2008 y sus efectos
secundarios pudieron ser el catalizador para que los estadounidenses
reconsideren algunas de las suposiciones acerca de lo que más
importa en una sociedad.
En el período inmediatamente posterior
a la crisis, muchos buscaron consuelo en las panaceas del Tea Party.
Sin embargo, en la medida que se puso de manifiesto que el alto desempleo, la incertidumbre económica y las desigualdades crecientes de la riqueza están aquí para quedarse si continuamos con las políticas actuales, los valores de los bienes comunesy del movimiento "Somos el 99 %," resonarán más entre los estadounidenses.
La aparición de esta visión podría
ayudar a redefinir el sueño americano, las prioridades políticas de
los Estados Unidos y la instauración de un sistema legal de
inmigración justo y racional.