Por Aníbal E. Melo
La no decisión
de un Tribunal Supremo dividido en el Caso Estados Unidos Vs. Texas ha dado al
traste con las esperanzas de a los que se les hubiese concedido Acción Diferida
y autorización de trabajo por medio de DAPA y de un ampliado DACA.
La implementación
de estos programas hubiese sido un paso muy importante, ya
que se le habría dado finalmente a millones de miembros productivos de nuestras
comunidades una voz – a personas que han sido obligadas a guardar silencio y sentirse
menos humanos.
La decisión
del Tribunal Supremo no ha hecho más que reforzar el actual sistema de
inmigración roto y el clima político anti-inmigrante.
Los Estados
Unidos es conocido como la Tierra de las Oportunidades, un lugar donde las
reglas de la libertad y la igualdad prevalecen.
Los conceptos libertad, oportunidad e igualdad deben ser pilares que se expandan
a todos.
Por eso creo
que DAPA y un ampliado DACA habrían sido los primeros pasos para que se pudiese conciliar una retórica anti-inmigrante profundamente ofensiva
que les ha impedido a millones de estadounidenses el poder ver a los
inmigrantes indocumentados como seres humanos y miembros iguales de esta sociedad.
Y es que las
innumerables nociones preconcebidas negativas sobre la comunidad inmigrante
desmantela el impacto positivo y las contribuciones a nuestra economía, a las
escuelas y a la nación en su conjunto que realizan los indocumentados.
A estos
individuos no se les da participación en las innumerables oportunidades y libertades
que brinda esta gran nación.
Y sin
embargo, a través de su perseverancia y resistencia, continúan trabajando sin
descanso para que se le respeten y reconozcan sus valores americanos de trabajo
duro para crear un futuro mejor.
Los números
5, 11, ó 12 millones, se escuchan a menudo cuando se trata el tema de la
inmigración.
Y para
muchos, esos números no tienen ningún significado.
Se trata de
una disociación de las caras, las personas reales y las vidas que viven detrás
de las sombras de esos números.
Del que huyó
de la guerra y el hambre para proporcionar una mejor educación para sus hijos, del
agricultor que huyó de la pobreza para proporcionar a su familia con medios
para comer, ó el del professional que fue forzado a salir de su país de origen por
causa de un regimen gubernamental corrupto.
Estos son sólo
unos pocos ejemplos de los individuos que han venido en busca de una vida
mejor, en busca de libertad y de una manera pacífica, y digna de vivir.
Lo triste,
es que estas son las mismas personas que son etiquetadas como delincuentes y a
las que se les descuentan sus contribuciones.
Personas que
han llegado a amar y respetar a los Estados Unidos como su hogar, pero que a
cambio han recibido el rechazo y una continua opresión.
A través del
Caso Estados Unidos Vs. Texas, el Tribunal Supremo tuvo la oportunidad de
fallar en contra de la discriminación y la opresión, y darle a la gente un Fallo
que se alinease con los valores de esta tierra, protegiendo a millones de seres
humanos necesitados de justicia.
Por otra
parte, creo que la "no decisión" es también el triunfo de la división
contra la unidad.
Es el
triunfo de la división de las familias, de las comunidades y una alarma de que
la division es un virus que continua corroyendo los cimientos de esta nación, e
impide tomar el camino adecuado para acercarnos los unos a los otros.
Haberle dado
a los padres de los ciudadanos o de los residentes permanentes legales un
permiso de trabajo y un alivio contra la deportación, le hubiese dado también
el derecho de ser tratados y ser vistos como iguales a los
ojos de la ley.
Pero debido
a la decisión del Tribunal Supremo, seguirán siendo tratados como ciudadanos de
quinta, explotados, oprimidos y odiados constantemente por muchos.
Por otro
lado, dicho fallo no da respuesta a las preocupaciones humanitarias que
enfrenta Estados Unidos cuando los miembros de las comunidades inmigrantes
son explotados, abusados y criminalizados injustamente.
Esta
Sentencia apoya a un sistema de inmigración que continua soportando que padres
y niños sigan explotados.
El miedo a
la separación y el estrés de un futuro incierto continúan empañando las mentes de
nuestros niños y sus padres.
Recuerdo que
el 18 de abril pasado, mientras escuchaba los argumentos orales que se llevaban
a cabo, yo pensaba en los millones que se verían afectadas directamente por la
decisión del Tribunal Supremo.
La unidad,
la esperanza y la emoción que se respiraba en ese día era emanado por el poder
de las personas.
Y debe ser ese interminable apoyo y aliento, mismo que llenó las gradas de la Corte
Suprema en Abril lo que sirva para seguir adelante, uniendo a nuestra gente en
Noviembre al votar por lograr una reforma migratoria justa.
Pienso que debemos
seguir la lucha para mantener unidas a nuestras familias, para que todos tengamos
una oportunidad justa de lograr el Sueño Americano y para lograr la justicia y
la igualdad de todos los que vivimos en esta tierra.