Por Aníbal E. Melo
Soy hijo y nieto de inmigrantes. Y sobre todo, soy un inmigrante convencido de la igualdad social.
Creo, que para impulsar un modelo de crecimiento que no sea antónimo de bienestar y desarrollo humano, se deben corregir las deficiencias y distorsiones en la aplicación de las politicas migratorias, para que se puedan amortiguar los efectos más negativos de la “xenofobia” que se confunde muchas veces con patriotismo.
Estoy convencido de que en este mundo en el que la pobreza, las desigualdades sociales y la falta de justicia social han aumentado en vez de disminuir, los conceptos inclusión, solidaridad y equidad deberian ser tomados en cuenta a la hora de adoptar decisiones politicas, por parte del liderazgo nacional norteamericano.
Una versión equilibrada de la Reforma Migratoria, deberia estar en defensa de la equidad y la justicia.
El Estado Norteamericano, deberia garantizarlo asi, sobre todo en una epoca como la nuestra, repleta precisamente de injusticias, miserias y exclusiones. Es casi perogrullesco, pero se hace necesario recordarlo, que es la propia nacion que en situaciones como esta debe revisarse y controlarse motu propio al entender que las desigualdades sociales, no paren buenas cosas.
Si las leyes emanadas desde el Congreso de los Estados Unidos, no contienen en sí mismas componentes democráticos, inteligentes, de solidaridad e inclusión, habrá más concentración de riquezas, en unos pocos por supuesto, y más pobres en este país.
Los Congresistas Republicanos, han negado esa lógica prudente que nos imponen las caracteristicas de este pais tan rico y con tantos pobres, lo que nos urge a elevar la calidad con equidad de las decisiones politicas.
Si queremos honrar a los fundadores de la nación, todos nuestros inmigrantes que no sean violadores de las leyes penales de Norteamerica, deberian tener acceso a la equidad de oportunidades.
La mision de las leyes, esta en vigilar y perseguir el bienestar nacional.
Y nacional, es un calificativo holístico, abarcante, unitario, que no admite clasificaciones; representa, una hermosa totalidad de historia y de destino, que se comparten a fuerza de voluntad, de coraje, de talento y de audacia.
He querido comentar este Tema, desde una perspectiva diferente, porque creo que el drama de la inmigracion, es tan acuciante y doloroso, que no puede ni debe achicarse en debates sobre asuntos incidentales, puntuales, que son sólo efectos y no causas, de una crisis a la que se necesita por el bien de todos encontrarle salida para reducir su presión negativa sobre el presente y el futuro del pais.
La negacion de los Congresistas sobre otorgar beneficios inmigratorios, a los que ya estan aqui, es sólo la punta del “iceberg” enorme y aterrador de una visión politica que no es ni legítima, ni justa, ni inclusiva, ni solidaria ni democrática.
No soy azoriniano en materia inmigratoria, no me gusta la minuciosidad descriptiva con que un árbol puede impedir la percepción del bosque como un todo.
En la investigación de los fenómenos sociales, confieso que parto de hipótesis comprometidas con una axiología y una teleología que rechaza el neoliberalismo con sus contravalores antihumanos y anticristianos.
Por eso pienso, que para analizar y resolver detalles puntuales de las leyes vigentes de inmigracion, las casuísticas, se debe hacer como resultado de un debate abierto y sincero sobre el proceso en conjunto.
Pero esta vez agrego una premisa que me parece indispensable para coherenciar y definir, filosófica, ideologica y socialmente, las conclusiones a que arribemos, por supuesto, a través de disensos racionales que nos conduzcan a consensos críticos.
Que cada Ciudadano Norteamericano de origen Hispano se identifique primero con un proyecto de nación, con una visión del mundo y de la vida; y que desde ese mirador se presente a las elecciones del proximo Noviembre/2006, con un voto que se corresponda con esta concepción.
Yo y mi familia vamos a hacerlo!
¿Y tú?